in Cuadernos de Historia
Llamado a un fabuloso porvenir. Explotaciones auríferas y poblamiento en el desierto de Atacama: el mineral de El Guanaco y la Placilla de Aguada de Cachinal, 1880-1930
Resumen:
El artículo analiza las explotaciones mineras, principalmente auríferas y cupríferas, realizadas en el mineral de El Guanaco. Este yacimiento, descubierto al inicio de la década decimonónica de los ochenta, permite analizar la producción aurífera en El Guanaco y su incidencia en la producción nacional. Paralelamente, el estudio de este yacimiento posibilita complementar el proceso migratorio en la región, mediante el análisis de los procesos mineros que llevaron al poblamiento y despoblamiento de la placilla de Aguada de Cachinal, supeditada a las explotaciones del mineral. Finalmente, con este ejemplo se busca consolidar el análisis del binomio minería y poblamiento en la región de Taltal entre los años 1880-1930.
Introducción
En las desoladas pampas del hinterland de Taltal, elevadas 2.000 metros sobre el nivel mar, destaca el cerro de El Guanaco (25° 63’ LS – 63° 33’ LO), elegido hace alrededor de 500 años como un adoratorio inca en altura. Su nombre deriva del hallazgo realizado en 1882 durante un paseo dominical en un cerro aledaño a la localidad de Aguada de Cachinal, un incipiente poblado que reunía trabajadores de una planta beneficiadora de minerales y algunos comerciantes. En el lugar se encontró, según Francisco San Román, “un huanaquito de plata y un indiecito del mismo metal” 1 , indicando que las piezas terminaron en un negocio del cercano poblado. Otro testigo señaló que el hallazgo consistía en la figura de indio “vestido con los tejidos que fabrican los indígenas del Perú” y un guanaco de plata, de alrededor de seis centímetros que constituían un “sacrificio sustitutivo”, realizado en reemplazo de un sacrificio humano a las deidades del incanato 2 . El hecho se convirtió en un verdadero acontecimiento para los pobladores de la Aguada de Cachinal, quienes según el empresario minero Manuel José Vicuña, “desde ese momento, ya no hablaron de otra cosa” 3 y comenzaron a llamarle el cerro de El Guanaco.
Este hecho fortuito marcó la dinámica económica y social del pequeño poblado. Como en otros ejemplos de explotaciones mineras, el descubrimiento puso el lugar en el mapa mental de exploradores, pirquineros y pallacos que llegaron en busca de oportunidades.
En este contexto, el proceso descrito permite enriquecer la mirada en torno al poblamiento del sector meridional del desierto de Atacama y sumar a los asentamientos originados por explotaciones cupríferas que, como se consignó en el Libro de actas de la Municipalidad de Copiapó, hacia 1860 “Taltal está tomando mucha importancia pues por él se exportan gran cantidad de minerales de cobre; hay construido un establecimiento de fundición y probablemente se construirán otros, lo cual hace crecer la riqueza de las minas que se trabajan en esta parte del territorio” 4 . A este inicio cuprífero de la región se sumaron nuevos descubrimientos argentíferos, como en Cachinal de La Sierra y Esmeralda; y salitreros, en las numerosas oficinas que desde mediados de la década de los setenta se diseminaron por la pampa. El corolario de este proceso de ampliación de las explotaciones y aumento de minerales extraídos fue el descubrimiento del yacimiento aurífero estudiado, que tuvo una importancia radical en la producción de oro en Chile, durante al menos un decenio. Como escribió, al fin de la primera década del siglo XX, el periodista y viajero Chase Osborn, en la zona donde se ubicaba el yacimiento de El Guanaco había nitrato, oro, plata, cobre y bórax, destacando además que en Taltal “había varias plantas de fundición” 5 .
Precisamente, la variada gama de minerales explotados en la región había permitido mantener a la población arraigada, aunque supeditada a los vaivenes estacionales de los minerales y sus ciclos de precios. Acorde con lo señalado, es preciso preguntarse ¿qué dimensiones y alcances tuvieron las explotaciones auríferas de las diversas minas laboradas en el cerro de El Guanaco?, ¿cuál fue el número e impacto de los flujos poblacionales hacia el lugar?, ¿cómo operó el poblamiento de la placilla de Aguada de Cachinal y cuál fue la injerencia del aparato estatal en el proceso? Estas y otras preguntas pretenden orientar este trabajo y se insertan en un proyecto de investigación más amplio que analiza la incidencia de las explotaciones mineras en el poblamiento y la presencia estatal en la región de Taltal entre 1870 y 1950.
En este trabajo se realizó la prospección documental de repositorios chilenos y extranjeros, entre los que se consideró el Archivo Nacional Histórico de Chile, donde se consultó el Fondo Intendencia de Atacama, Intendencia de Antofagasta y el Fondo Ministerio del Interior; la Sección Hemeroteca de la Biblioteca Nacional de Chile, en su Colección de Periódicos nacionales, revisándose las publicaciones de Santiago, Valparaíso, Copiapó y Taltal, el Archivo Histórico del Museo Regional de Atacama, el Archivo Histórico de la Pontificia Universidad Católica del Norte y el Archivo del Museo Capdeville de Taltal.
El texto se divide en cuatro acápites, incluida la presente introducción. El segundo punto por tratar es el análisis de las explotaciones y producción aurífera en El Guanaco y su incidencia en la producción aurífera nacional. Posteriormente, se estudia el proceso de poblamiento y despoblamiento de la placilla de Aguada de Cachinal, supeditada a las explotaciones del mineral aledaño. Por último, se proponen algunas conclusiones en torno al binomio minería y poblamiento, para el caso particular del mineral y la placilla estudiada.
Explotaciones y producción en El Guanaco
Las primeras prospecciones en el cerro se remontan a 1878, cuando se explotaron esporádicamente algunas vetas de plata. En 1884 el cateador Pablo Torres, guía de Francisco San Román en la Comisión Exploradora del Desierto, participaba en la prospección y reconocimiento de la región entre Taltal y Cachinal de la Sierra, por lo que fue enviado a un cerro aislado para instalar una señal en la cumbre y quebrar rocas para traerlas de muestra a San Román. El cateador informó que venían “piedras buenas para oro” y el azar quiso que, por lo avanzado de la noche a la hora de su retorno, las muestras quedaran guardadas en los depósitos en el Cajón 22, rotulados como campamento Germania. Algunos meses después los integrantes de la expedición se percatarían del valor de las muestras 6 .
En escaso tiempo se desencadenaron las exploraciones frenéticas en busca de yacimientos, como efecto inmediato del hallazgo de las ofrendas incásicas señaladas con antelación, hecho que avivó las conversaciones y opiniones del significado del descubrimiento. De allí a apelar a la vieja idea del derrotero escondido hubo un paso, esparciéndose la noticia por la región. Como escribió Manuel José Vicuña:
empezó ya la leyenda que se extendió con verdadera rapidez por todos los minerales del departamento, alimentando por mucho tiempo las pláticas de los mineros, sazonadas con los mil comentarios y suposiciones a que aquel hallazgo se prestaba […] sin embargo, quedaban de acuerdo en que aquel huanaco y aquel indio, no podían dejar de ser la señal inequívoca de algún tesoro enterrado o de algún rico y poderoso venero de oro o plata 7 .
El efecto inmediato fue que las expediciones de cateo se intensificaron y extendieron a varios kilómetros del cerro, hasta las inmediaciones de El Paposo 8 . Mientras, los sectores aledaños eran escudriñados aumentando el número de visitas al cerro, tanto de curiosos, como por cateadores, quienes buscaban un eventual yacimiento que les diera la ansiada riqueza. Uno de ellos fue Cipriano Pizarro, un trabajador contratado como ayudante de la Comisión Exploradora del Desierto, quien distaba de ser un neófito en minería y venía cateando en la región desde unos años antes. Como tantos otros trabajadores que deambulaban en busca de nuevas vetas, provenía de Ovalle, en el Norte Chico, donde se desempeñaba como pirquinero y se dedicaba a producir oro de lavadero 9 . Por cierto, el descubrimiento de los objetos arqueológicos fue el aliciente para que Pizarro continuara “cateando” diariamente el cerro, dando en 1885 con la veta de Tres Marías y la de San Andrés.
Al comienzo de las explotaciones se pensó que la mina Tres Marías era una veta de plata, de la que se suponía una ley de 7 a 8 marcos por cajón. Según el ingeniero copiapino Augusto Orrego Cortés, gran conocedor de la región y de la minería chilena del período, “solo por casualidad, uno de los compradores de metales de Taltal sospechó que lo que se creía plata, i plata amarilla, no era otra cosa que oro” 10 .
Cipriano Pizarro, como muchos otros mineros pobres beneficiados por el tesón y la persistencia, al obtener las primeras explotaciones que le dieron como resultado 20 sacos de llampo, se dirigió a Taltal en busca de un habilitador o socio. Después de buscar infructuosamente al comerciante y habilitador Manuel José Vicuña para que evaluara su mineral, logró ser atendido por Camilo Ocaña, un conocido habilitador y dueño de un establecimiento de fundición en el puerto. Una vez practicados los ensayes, los resultados estuvieron fuera de toda expectativa al entregar una concentración de un kilo de oro fino por cada saco 11 .
Según Arturo Olid, testigo de los hechos, Camilo Ocaña, al constatar la riqueza de las muestras “pasóle un rico habano y principió por preguntar al minero si quería negociar con él”, el resultado fue que la mixtura del engaño, las consideraciones y adulaciones resultaron en la cesión de la propiedad del mineral previo pago de $ 11.000, una suma irrisoria frente a los $ 400.000 que le redituó a Ocaña el yacimiento al fin del primer año de explotación 12 .
Una vez apropiado de las vetas pioneras explotadas por Pizarro, el nuevo dueño inscribió la mina Estrella de Venus, yacimiento cuyo rendimiento “fue casi fabuloso, se explotaban productos con hasta cien onzas de oro por cajón” 13 .
Durante los años siguientes el yacimiento tuvo una gran producción con “leyes de inauditas de oro”, manteniéndose sobre los 100 gr/ton. Según el informe de Leo Michel, quien tuvo a la vista el libro de entradas de la Fundición de Taltal, constató que entre 1901 y 1907, dos décadas después de su descubrimiento, hubo una producción de trescientos kilos de oro en barra, resultante de minerales con 65 gr/ton 14 .
De esta manera, desde 1885 el oro jugó un sustancial papel en la atracción y establecimiento de la mano de obra. La producción de este metal tuvo un importante crecimiento a mediados de la década de los ochenta, cuando se inició la explotación de las minas estudiadas, provocando –como en la mayoría de los casos en descubrimientos similares– una verdadera avalancha de nuevos exploradores, cateadores e inversionistas que se interesaron en demandar alrededor de 200 pertenencias 15 (ver fig. 1).
Al inicio de la década de 1880, la disminución en la producción de oro, plata y cobre en Chile fue de importancia, por lo cual el gobierno creó una comisión que propusiera medidas destinadas a revertir la situación, y la principal propuesta fue la creación de una Sociedad Nacional de Minería, institución oficialmente creada el 7 de julio de 1883, mediante el decreto N° 4581 16 . Aun considerando esta importante iniciativa, según escribió en 1890 el citado Augusto Orrego, la producción de oro en la década de los setenta era “nimia y casi insignificante, comparada con los anteriores. Sólo después del descubrimiento del Guanaco cambió esta situación” 17 . En efecto, basándose en los resúmenes de la Casa de Moneda anotó que en 1872 se exportaron 45,2 kilos de oro y 2,9 en 1873, para finalizar la década con menos de 500 kilos de oro entre 1879 a 1881, provenientes de alrededor de treinta yacimientos diferentes.
Al iniciarse la explotación de este yacimiento de manera sostenida, la producción ascendió a 90,3 kilos en 1886 y creció exponencialmente a 3.436 en 1887 y continuó subiendo hasta alcanzar los 3.795 kilos en 1888 18 . Estas cifras, sumamente discutidas, llevaron a que el ingeniero Orrego aseverara en su obra acerca de la producción de oro en Chile que “antes del descubrimiento del Guanaco, casi no se producía oro en el país” 19 .
Los nuevos habitantes y la instalación de maquinarias de producción capitalista aceleraron e incrementaron la extracción de minerales que se fundían en el lugar y reforzaban la idea de un espacio integrado, conectado al puerto y con ello a la civilización. La producción era trasladada al puerto y convertida en barras de oro; la misma ruta seguía el mineral concentrado destinado a las fundiciones ubicadas en la costa, donde era procesado y fundido. El aumento de la actividad extractiva tuvo como efecto inmediato el crecimiento de los embarques que eran enviados a Valparaíso o directamente al extranjero, como es posible de observar en el siguiente gráfico.
Según Sutulov, durante el siglo XIX, gradualmente, el oro fue perdiendo preponderancia frente a la producción de cobre, salitre y plata, principalmente desde el descubrimiento de Chañarcillo (1832). No obstante, desde las últimas dos décadas del siglo, la producción de oro en Chile creció considerablemente y se inició el tercer ciclo de la explotación aurífera chilena (1885-1931), aunque existen divergencias acerca de las incidencias del mineral de El Guanaco en este aumento. La opinión crítica la instaló el ingeniero Francisco San Román quien, después de analizar las principales minas que permitieron el impulso productivo del oro desde 1888, relativizó aportes de este yacimiento al alza de la producción nacional. Según Román, este aumento se basó en la reactivación de minas conocidas y a las nuevas explotaciones que entregaron minerales con leyes promedio de 200 grs. por tonelada 20 .
En 1890 se señalaba en la prensa internacional que de las minas de oro en Chile “la más importante de la presente década es la de Guanaco” de donde se obtenían de 35 a 600 onzas de oro por tonelada. La producción mayoritariamente era destinada a Alemania, indicando la fuente que entre 1886 y 31 de enero de 1889 se embarcaron en el puerto de Taltal $ 5.258.938 de oro provenientes de ese mineral. De estos envíos, 71 toneladas promediaron 81 onzas por tonelada y 3,177 toneladas con un promedio de 56 onzas; y 385 toneladas promediaron 100 onzas 21 . Millán, destacó que este no solo fue un yacimiento “famoso por sus altas leyes” 22 , sino por el nivel que alcanzó el robo de metales. Esta práctica, de larga data entre los productores de oro, tuvo ribetes importantes, pues fue destacada por varios observadores y viajeros en las zonas mineras.
En el período cangallar era robar, “y en particular robar metales en las minas” 23 , siendo una práctica muy difundida entre los trabajadores de las minas de oro con altas leyes. Consistía en sustraer metales con alta concentración de oro que escondían en su cuerpo en artilugios preparados para el efecto. En 1888, Manuel José Vicuña escribió acerca del origen, explotaciones, producción de oro en El Guanaco y la incidencia que esta práctica tuvo en este mineral:
El robo o cangalla, está calculado por el número de toneles o barriles que en la Aguada de Cachinal se ocupan en beneficiar minerales de esta procedencia y que llegan a 20, de los cuales algunos benefician hasta 3 kilogramos mensuales. De manera, que el cálculo de 30 kilogramos mensuales o sea uno diario, entre los mil trabajadores que se ocupan en las miras es muy prudente porque peca más bien de bajo que de alto. Un kilogramo diario de robo, entre mil trabajadores, correspondería a un gramo cada uno, ¡Cuantos habrá que se roban cien! 24 .
Los niveles alcanzados en la producción de oro resultado de la cangalla en estas minas fueron muy altos y significaron que los informes oficiales de la Sociedad Nacional de Minería destacaran la molienda y beneficio de ricos minerales en las “casitas de la placilla” 25 . Específicamente, en 1886 se estimó el monto de las exportaciones clandestinas de oro que resultaban de la cangalla en este yacimiento. El ingeniero Orrego proponía un resultado del proceso de beneficio clandestino calculado en 600 kilos de oro en barra.
En los primeros años del siglo XX, el ingeniero Alberto Herrmann trabajó concienzudamente la producción del yacimiento en un informe publicado en la Estadística Minera de Chile y destacaba que desde el descubrimiento del mineral se había iniciado el robo “de las piedras más ricas de oro” que eran beneficiadas de manera clandestina, aunque con conocimiento de todos. Cuando se paseó por las calles de Aguada de Cachinal “en las casitas y corrales de la nueva placilla se oía al pasar un continuo chancar y moler sobre planchas de fierro y el ruido de los tonelitos de amalgamación movidos a mano” 26 .
Para dimensionar el impacto de la cangalla en la producción total de oro, Herrmann señaló que entre 1886 y 1888 se embarcaron desde el puerto de Taltal 879.647 gramos de oro fino. Considerando que solo existía la Beneficiadora de metales, cuya exportación fue de 640.872 gramos de oro fino, es posible inferir que los 230.775 gramos restantes corresponden a oro producido clandestinamente, equivalente al 27% de la producción total 27 .
Posteriormente, entre julio de 1889 y febrero de 1892, el ingenio Mercedes compró 40.587 en pella y barra que provenían del robo de minerales y se incluían en el total de la producción de este establecimiento. Al extrapolar la cifra entre el segundo semestre de 1889 y 1905, Herrmann calculó un monto en 261.225 gramos de oro cangallados. Por tanto, entre 1886 y 1905 el robo de metales produjo alrededor de 500 kilos de oro fino 28 .
En el mismo período –según estadísticas de la SONAMI– en la provincia de Antofagasta, El Guanaco continuaba contribuyendo “aunque modestamente en comparación a su pasado” 29 , a la producción de oro en barra, la que tendía a descender en los principales establecimientos que funcionaron en el período; a saber, la Sociedad Beneficiadora de Metales de la Aguada de Cachinal, Ingenio Mercedes, de Enrique Hintze; Establecimiento de la Atacama Mining Company Limited y la Beneficiadora de Oro y Plata de Camilo Ocaña.
Cuando descendió la producción aurífera trabajada en superficie, en la hondura se descubrieron vetas de cobre, especialmente en las minas Estrella de Venus, Silesia y Hércules 30 , iniciando la explotación la Compañía Salitrera Alemana con alrededor de 500 operarios y una producción superior a las 500 toneladas mensuales y una ley de 47% 31 . En este período, la mina fue visitada por el viajero alemán Gunther Plüschow, quien, viajando desde Cachinal de La Sierra, cuando abandonaba la antigua y decadente placilla con su “montaña de escombros con sus miserables chozas”, se encontró con la explotación estudiada, destacándola como “el fantástico cerro Guanaco: ahora hay luces brillantes, casas recortadas en las laderas, es la mina de cobre Guanaco, propiedad de alemanes y totalmente bajo dirección alemana. ¡Cuánta limpieza, cuánto orden!” 32 .
En el lugar también laboraba la Compañía Internacional del Guanaco, propietaria de uno de los grupos más importantes del mineral y ocupaba alrededor de 150 operarios, explotando sulfuros de cobre, con leyes de 35% con 0,00005 de oro y 0,0010 de plata 33 . Un estudio reciente, realizado por un conjunto de geólogos, ha señalado que en 1906 se provocó una crisis terminal en el distrito minero de El Guanaco, debido a factores tales como el encarecimiento del trabajo en la mina por al aumento de costos de producción debido a la profundidad alcanzada y la irrupción de vetas de cobre; en el mismo estudio se consideró como un segundo elemento de importancia del colapso distrital la concentración de capitales y trabajadores en las actividades salitreras 34 .
Paralelamente, las minas que no entregaron mayores riquezas, durante la primera década del siglo XX enfrentaron el anegamiento, abriendo la posibilidad de un nuevo negocio para quienes explotaban el lugar. En una región marcada por lo escaso del recurso agua, imprescindible para elaborar nitrato 35 , este era un bien imprescindible. Los precursores fueron los dueños de la empresa Folch y Martin Nach A-G, quienes adquirieron en 1907 minas anegadas para asegurar el abastecimiento de sus salitreras, ubicadas a 40 km del antiguo yacimiento. Similar fue el caso de la Compañía Salitrera de Taltal que producía en El Guanaco alrededor de mil doscientos metros cúbicos de agua diarios con bombas extractoras eléctricas y, como señaló el gobernador en la Memoria de 1923, “la producción de minerales no es lo que podría ser, por cuanto la Compañía se dedica más a la extracción de agua el cual fue el verdadero objetivo del negocio” 36 . El citado Plüschow señaló que en las profundas galerías mineras la empresa salitrera alemana tenía dos pozos, desde donde obtenía más de 2.000 metros cúbicos de agua “a varios cientos de metros de profundidad […] en grandes espacios están las bombas y las máquinas que hacen funcionar toda la mina, que extraen el agua”, conduciéndolas por más de 80 km a las oficinas salitreras Chile y Alemania 37 .
En 1926, la minería en el lugar se paralizó y como escribió el gobernador en la correspondiente Memoria… las minas de El Guanaco produjeron más de $ 40.000.000 de pesos de oro de 12 peniques “y hoy languidece por falta de iniciativa y capitales” 38 . Se debe hacer hincapié en que, como tendió a suceder en las diversas explotaciones de la región, el fin de la actividad no fue total y continuó de manera esporádica hasta, aproximadamente, la década del treinta en el siglo XX, retomándose cada cierto tiempo el laboreo en algunas faenas. De hecho, en 1930 el gobernador indicaba que “la industria minera estaba “casi totalmente paralizada”, a excepción del mineral estudiado, que continuaba explotando oro con alrededor de 30 obreros 39 .
Casi dos décadas después, las últimas minas en explotación fueron puestas a la venta o rematadas, como fue el caso de la mina Paraná de Amadeo Delard, que en 1944 fue subastada y por cuya propiedad The Lautaro Nitrate Co. Ltd. ofreció mil pesos, perdiendo su propuesta, y la mina pasó a formar parte de las propiedades de la Compañía Minera Chañaral y Taltal S. A. 40 .
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Poblamiento y despoblamiento de la placilla de Aguada de Cachinal
Inicialmente, el establecimiento de personas formó “un pequeño pueblo” alrededor de los puquios –en lengua quechua, manantiales– existentes en el lugar, que obedecía a la necesidad de proveer de agua al mineral de Cachinal de La Sierra, ubicado algunos kilómetros hacia el noreste 41 . Otra de sus funciones fue constituirse en una parada obligatoria para quienes transitaban entre el mineral mencionado y el puerto de Taltal, fungiendo hacia 1880, según Arturo Olid, como “una simple posada de carreteros y arreadores que desensillaban a la intemperie del desierto sus animales para darle aliento y agua” 42 . En el lugar estaban ubicadas la posada propiedad del español Jerónimo Núñez, el establecimiento de menestras de Huerta y el negocio de abarrotes y carnicería de Rosselot que abastecía a los viajeros y a una escasa población que habitaba la veintena de casas del lugar. Un año después Daniel Oliva, gobernador de Taltal destacaba que el mineral y Aguada de Cachinal, “toman mucha importancia y son ya centros de mucha población” 43 , asociada a los cateos y econocimientos que se hacían del cerro de El Guanaco, que cada cierto tiempo entregaban algúndescubrimiento de oro en superficie.
En 1882 se inició el funcionamiento del ferrocarril de la Taltal Railway Company hasta El Refresco y en agosto del año 1888 alcanzó la localidad de Aguada de Cachinal, distante 42 km de la anterior. De forma simultánea a la llegada del ferrocarril a la estación de Refresco se inició un proceso de solicitudes de sitios en la población, concediendo el intendente más de sesenta sitios en el poblado distribuido en 26 manzanas diseñadas con el característico damero, constituido por una base poligonal de cuadrados simétricos, característico de los diseños urbanos aplicados por el Estado chileno en las fundaciones del período.
El primer interesado que envió una solicitud fue el empresario salitrero Daniel Oliva –curiosamente una de las autoridades que velaba por la transparencia del proceso– quien escribió al intendente de Atacama solicitando un sitio para “edificar dos casas en la nueva población de Aguada de Cachinal, según el plano levantado por el señor subdelegado” 44 , solicitud que con similar tenor realizaron durante el año 1882 alrededor de 60 personas.
El proceso de poblamiento aumentó la oferta económica en la placilla, existiendo al inicio de 1883 seis tiendas de mercaderías surtidas y menestras, un café y una panadería y una fonda 45 . Desde 1884 la localidad era 2° distrito de la subdelegación de Cachinal de La Sierra, donde existía una aguada o puquio, como se denominaba a los lugares de aprovisionamiento de este recurso en el desierto, destinado a proveer de agua al mineral de plata de Cachinal de La Sierra, y donde en 1882 se inició la instalación de una máquina de amalgamación de la Sociedad Beneficiadora de Metales 46 , que recibía 11 carretas diarias para procesar y obtener plata 47 . Ubicada a 126 km del puerto de Taltal, la localidad que había concentrado informalmente alrededor de 280 personas estaba unida por un camino carretero que debido a los descubrimientos auríferos se vio altamente frecuentado “por el cual transitan diariamente numerosos coches conduciendo pasajeros y multitud de carretas llevando víveres y retornando minerales” 48 , con el consecuente beneficio para el movimiento portuario y el comercio local que lo aprovisionaba 49 .
La localidad estaba ligada completamente a la fundición emplazada en sus cercanías, por tanto, entró en franca decadencia cuando la Compañía Minera Arturo Prat compró un establecimiento de fundición en el puerto de Taltal. Según Olid, frente a la adversidad se iniciaba el desalojo del incipiente poblado y “la tribulada población de la Aguada […] alistaba sus cacharpas para buscar en otra parte mejores vientos y mejor fortuna” 50 .
Como se indicaba, con el descubrimiento en 1885 de la mina Las Tres Marías y la consecuente proliferación de yacimientos que producían oro, arribaban nuevos mineros o aprendices que prospectaban y cavaban en diferentes sitios. Nuevamente, la migración laboral revirtió la situación de abandono que auguraba el despueble del lugar e hizo que la concentración de población Aguada de Cachinal en julio de 1887 produjera la escisión de la subdelegación de Cachinal de La Sierra, creándose la Subdelegación N°9 de El Guanaco que tenía dos distritos: el primero, denominado de La Aguada, que comprendía El poblado y la beneficiadora de metales; y el segundo, denominado El Guanaco, abarcando el resto de la subdelegación 51 . Un mes después, se autorizó la extensión del ferrocarril de Taltal hasta Cachinal de La Sierra 52 , alcanzando la localidad de Aguada de Cachinal el 15 de julio de 1888. En una época en que el ferrocarril representaba por antonomasia el progreso, la prensa elucubraba un futuro promisorio: “llegando el ferrocarril a Guanaco, ya se activarán los trabajos de todas las minas” 53 . Cuando llegó a la localidad el “monstruo del siglo”, como denominaba la prensa local al ferrocarril, el poblado se convirtió en un nodo más de lared ferroviaria en ampliación. La prensa destacó la ocasión, que consideraba como parte de la modernización e integración al país y el fin de los espacios inhabitados: “es un hecho que el árido desierto de Atacama va a desaparecer” sentenciaba un articulista de Taltal, “porque no es posible llamar desiertodonde el tren hace oír a cada rato el potente silbido de sus calderos y donde el telégrafo va marcando con la uniforme sucesión de sus postes, que por ese delgado alambre que les une se comunican el mundo entero, se transmite sus impresiones, sus novedades, sus esperanzas i sus desengaños” 54 .
Siguiendo el citado informe de Manuel José Vicuña, en 1888 la localidad pasaba de los 2.000 habitantes, aunque Arturo Olid escribió que ese mismo año entre la población de Aguada de Cachinal y el mineral ascendía a 5.000 habitantes 55 . Este mismo año, Ernesto Williams, en un informe para la Sociedad Nacional de Minería indicaba que Aguada de Cachinal llegó a formar “una regular población minera comercial” 56 , en una placilla distribuida en base al característico plan simétrico discutido con antelación. Después del período de bonanza, la población comenzó a descender, aunque el censo de 1895 consignó que en el poblado quedaban 679 habitantes 57 y se mantuvo en la subdelegación que según el censo de 1907 estaba habitada por 1797 personas 58 .
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En el espacio urbano que se consolidaba, se repitió la sociabilidad característica de este tipo de centros de producción minera, donde diariamente arribaban aventureros, buscadores de fortuna, comerciantes, familias completas y mujeres solas en busca de trabajo. Con la llegada de nuevos pobladores se complejizaba la oferta de menestras, servicios y entretenciones, sumándose
[a]lmacenes de provisiones, de mercaderías, de útiles para minas, casas compradoras de minerales, oficinas de ensayes, hoteles con regular confort, cafés, panaderías, boticas, carnicerías y todo aquello que pueda llenar las primeras necesidades de un pueblo, se han reunido ya en la Aguada de Cachinal, para facilitar sus trabajos, contribuir a su desarrollo y borrar el desierto en buena extensión de territorio 59 .
La explotación aurífera y su promesa de riqueza fácil hacían de estos lugares espacios de difícil convivencia, una verdadera “fiebre del oro” que era comparada con la suscitada algunos años antes en la lejana california. Según Plüschow, quienes llegaban en busca de trabajo “los hombres que bajo el eterno sol buscaban oro no eran precisamente los mejores y más pacíficos. Era gente muy rápida en sacar el cuchillo y el revólver” 60 .
Según Augusto Orrego, hacia 1890 este era el único mineral de oro que se trabajaba “en grande y que ha logrado formar un centro considerable de población y de comercio” 61 . Esta vorágine de poblamiento siguió el curso de la mayoría de las explotaciones de la región, las que en sus períodos de expansión y máxima producción concentraban trabajadores y todo el espectro de servicios que acompañaba a las faenas mineras. No obstante, al iniciarse el siglo, la realidad del poblado fue similar a la de otros yacimientos de la región, cuyos vaivenes en la producción tenía su correlato en la realidad económica y social regional. Como escribió en 1900 un articulista local: “el comercio de Taltal, que adquirió un verdadero desarrollo en la época del descubrimiento de los minerales Guanaco, Esmeralda i Cachinal, se ha mantenido en su mismo pie a pesar del decaimiento prematuro de aquellos colosos, y sigue en sus diarias operaciones de intercambio de sus efectos sin que se noten síntomas de paralización alguna” 62 .
Las vicisitudes finales del poblado se sintetizan en las palabras del viajero alemán Gunther Plüschow, quien hacia 1925 definió con claridad el derrotero de esta población nacida y acabada por la explotación del oro en las pampas taltalinas que, como la mayoría de las placillas fundadas en la región, devinoen ruinas y, luego solo quedó la impronta de su trazado. Al respecto señaló que:
En aquellos tiempos al lado de la montaña totalmente cavada y agujereada hasta donde la dura piedra lo había permitido [..] había una verdadera gran ciudad, donde vivían miles de buscadores de oro con sus seguidores, pero donde también había cierta gentuza que obligaba a los obreros a gastar el oro que había encontrado con arduo trabajo.
Y de repente el oro se terminó. Tan rápido como nació la fiebre del oro, desapareció. La ciudad se desintegró, la gente se mudó, hoy casi no quedan rastros de esa ciudad en la arena del desierto, solamente queda la montaña escarbada como testigo de la era del oro 63 .
Después del broceo de la mayoría de las explotaciones, sus dueños cerraron y el despoblamiento vino a la par del proceso de decadencia del mineral. Hacia el fin de la década de 1920, la mayoría de los trabajadores migró en busca de nuevas oportunidades laborales, siendo absorbidos por las oficinas salitreras cercanas, principalmente las oficinas Caupolicán y Moreno, donde, según el Inspector del Trabajo de Taltal, en 1929 se ocupaban “bastantes trabajadores del antiguo pueblo de Aguada (El Guanaco) que está muy cerca de esas Oficinas a donde se ha ido a radicar definitivamente, pues el citado pueblo ya está casi
deshabitado” 64 .
Conclusión
A fin del siglo XIX, San Román resumió el impacto del mineral en la región y Chile: “algunos millones para la fortuna pública, un poco de provechosa experiencia e indudablemente algo para el presente y más aún para el porvenir han sido los frutos del asiento minero del Guanaco” 65 . Desde el análisis contemporáneo el estudio de las explotaciones efectuadas en el yacimiento estudiado permite corroborar su importancia en dos niveles. Primero, en términos económicos, permitió revertir la curva descendente de la producción aurífera nacional produciendo un flujo importante de remesas de dinero que impactaron en la región y en el país. Las dimensiones del aporte, aunque difíciles de cuantificar, permitieron retener la mano de obra expulsada de las salitreras, que enfrentaron las vicisitudes de la carga impositiva aplicada a su producción desde inicio de la década y que tuvo una nociva incidencia en el incipiente negocio de la producción de nitrato. De esta manera, el oro de El Guanaco y la plata de Cachinal de La Sierra contribuyeron a solventar la crisis local que amenazaba la región.
En segundo lugar, en una dimensión sociopolítica, a partir del análisis del proceso de poblamiento suscitado en la placilla de Aguada de Cachinal es posible corroborar que en el Hinterland de Taltal la presencia del Estado se manifestó principalmente mediante la distribución territorial. Fueron sus agentese instituciones las que otorgaron los permisos de explotación y diseñaron las placillas basándose en el diseño urbano del damero, un formato de poblamiento y distribución espacial reservado a las intervenciones de la corona española, principalmente durante la aplicación de la llamada Política de Poblaciones dieciochesca y replicada por el naciente Estado nacional chileno durante el período republicano temprano.
Esta acción fundacional asentó una nueva forma de concebir las llamadas placillas mineras, las que, a diferencia de las producidas durante el período tardocolonial, respondían a prácticas oficiales de poblamiento y no a la ocupación urbana espontánea en las cercanías de las explotaciones mineras que caracterizó al anterior tipo de asentamiento minero.
En función de este proceso es posible establecer como derivada una verdadera política de poblamiento del desierto, en tanto en el transcurso de 1877 a 1882 se fundaron Taltal, Cachinal de La Sierra, Esmeralda y Aguada de Cachinal, manteniendo similar procedimiento en el diseño, fundación y poblamiento de los cuatro ejemplos antes indicados. En estos casos, una vez elegido el lugar, se procedía a levantar un plano y distribuir calles y manzanas ordenadas por letras y sitios numerados en una planta poligonal estructurada en base a rectángulos y cuadrados simétricos; posteriormente, en base a ese diseño se trazaban las
calles y eran nombradas respondiendo a una onomástica nacionalista, tal como se produjo en Cachinal de La Sierra. Paralelamente, los interesados en habitar la nueva población solicitaban al intendente de la provincia un sitio con la sola obligación de construir una vivienda o despacho para habitarlo en un plazo máximo de dos años. En ocasiones, estas solicitudes eran denegadas debido a que algunos comerciantes demandaban más de un sitio, probablemente con miras a una futura especulación si el poblado se consolidaba y la demanda aumentaba.
Por último, las variables analizadas en este trabajo permiten sostener que Taltal y su Hinterland entre los años 1880 y 1930 no se puede remitir económica y socialmente al cantón salitrero, en tanto, las citadas producciones de plata y oro tuvieron un importante aporte en la economía y la demografía regional. En efecto, Taltal se constituyó en un distrito minero complejo 66 en que la presencia de oro, plata y cobre fue importante y tuvo ciclos productivos superpuestos y discontinuos, en que el auge salitrero fue el de mayor impacto en el poblamiento, y en su declive fue el de mayor incidencia en su despoblamiento.
Resumen:
Introducción
Explotaciones y producción en El Guanaco
Poblamiento y despoblamiento de la placilla de Aguada de Cachinal
Conclusión