in Cuadernos de Historia
Crisis de mortalidad en el sur andino: Moquegua, Tacna, Altos de Arica y Tarapacá (1754-1820)
Resumen:
A partir del análisis de registros de defunción de los asentamientos de Moquegua, Tacna, Altos de Arica y Tarapacá, buscaremos observar la estrecha relación que existió entre epidemias, fenómenos naturales (sobre todo climáticos) y sociales, así como evaluar el impacto que tuvieron en la mortalidad. Las similitudes que se podrán observar entre las localidades de nuestro estudio y el contexto regional, principalmente en cuanto a los efectos que provocaron en la población algunos fenómenos naturales y otros epidémicos, nos dan cuenta tanto de la cercanía de los espacios como de la estrecha relación que mantuvieron asentamientos urbanos y rurales en este amplio territorio que integraba el espacio andino del eje Arica-Potosí.
Introducción. Mortalidad en el sur andino colonial, una breve mirada histórica
A partir del año 2020 el mundo ha experimentado una crisis global de gran magnitud que nos trajo a la memoria otras importantes epidemias de la historia que, pensábamos, habían quedado en el pasado gracias al desarrollo de la ciencia. En el presente artículo identificaremos crisis de mortalidad que afectaron a los territorios de Moquegua, Tacna, Arica y Tarapacá entre 1754 y 1820, producidas por epidemias, eventos climáticos y otras catástrofes naturales. Iniciaremos el texto haciendo un recorrido de las principales investigaciones que han dado cuenta de estos fenómenos en el período colonial en el área andina, mencionando sobre todo las que se han referido a las localidades que abarca nuestro estudio. A continuación, realizaremos una breve descripción geográfica de cada localidad, indicando las características de los documentos utilizados para medir las frecuencias de mortalidad, información que será complementada con otros documentos de archivo. Luego se aplicará el índice Dupâquier intentando determinar la magnitud de los principales eventos. Nuestro principal objetivo será, por lo tanto, dar una mirada regional de los aspectos que han sido abordados de manera local, identificando tres períodos de crisis que son comunes en toda la región. Las localidades que abarca este estudio correspondían, en la época, al suroccidental del Virreinato Peruano y, en la actualidad, forman parte del territorio de Perú y Chile.
En la memoria americana, la mayor catástrofe que se recuerda con frecuencia se remonta al declive que afectó a la población del continente, sobre todo debido a las enfermedades que trajeron los ibéricos y que provocaron una importante disminución de la población indígena. En el área andina esta catástrofe tiene un referente indudable, la obra de N. D. Cook. El autor propone que la disminución de la población indígena habría sido mayor en la costa, en comparación a la sierra, geografía que experimentó un despoblamiento menos rápido a pesar de que la tasa de mortalidad india fue más alta que la de otros grupos. Ahora bien, esta diferencia estaría basada, según el autor, principalmente en factores climáticos, debido a que enfermedades como la malaria encontraban mejores condiciones para su propagación en zonas bajas, aunque la viruela, el sarampión y la gripe afectaban de igual manera a los nativos a mayor altura. Otros factores de la distinción sierra-valle devienen de una convivencia más cercana con la población europea que portaba enfermedades, el aglutinamiento de la población en valles angostos –en contraste a las mayores distancias de los asentamientos de la sierra– y las migraciones 1 .
Ahora, una correlación entre propagación de enfermedades y plurietnicidad no se observa en uno de los conglomerados más importantes del área andina, Potosí, donde epidemias como las de 1560-1561 o 1589-1591 parecen no haber afectado a la población indígena. Este supuesto se sustenta en la falta de correspondencia entre las epidemias y la producción de plata y en la ausencia de datos en los Anales de Potosí 2 . Sin embrago, Tandeter observó que, en ciudades como La Paz y Oruro, se contabilizó una alta cantidad de muertos sin identificación, la mayoría, probablemente, indígenas 3 . De hecho, Contreras ha propuesto que la crisis demográfica estimuló la producción minera, transformándose en un polo de atracción de población que buscaba acceso a mayores cantidades de recursos debido al incemento del salario en las minas 4 .
Otro autor que abordó el tema del despoblamiento en el mundo andino fue Assadourian, quien propuso analizar dicha caída demográfica de una manera más sutil, observando de qué forma la disminución y las condiciones de subsistencia afectaron la vida de la población indígena. Propuso, entre otras cosas, que en el Perú los lapsos más letales fueron: 1558-1560, período afectado por la influenza y la viruela; más tarde, entre 1585 y 1591, ciclo afectado por la viruela y el sarampión. Nos parece, además, de suma importancia su propuesta sobre asociar “la sobremortalidad de algún lapso epidémico con la cristalización del sistema económico colonial ocurrida en la segunda mitad del siglo XVI” 5 . A partir de este punto, nos parece importante hacer un paréntesis en este recuento sobre los principales aportes al estudio de la mortalidad del área andina, para resaltar la importancia de la propuesta de Assadourian en cuanto a reconocer que los períodos de crisis son coyunturas complejas y, por lo tanto, multifacéticas. Además, estos períodos están fuertemente marcados por crisis sociales que afectan al conjunto de la sociedad 6 .
El otro gran referente sobre la dinámica de la población andina es Sánchez Albornoz. En relación con la crisis demográfica del siglo XVI-XVII, sugirió poner atención en las migraciones que habrían hecho disminuir el número de tributarios y aumentar el de la población forastera. También observó la fase de “recuperación demográfica” en la segunda mitad del siglo XVIII, que coincide con el aumento de la población a nivel global 7 . Para explicar este cambio en las curvas de crecimiento puso el acento en factores como natalidad, edad al matrimonio y tamaño de la familia, pero también en la modificación de las condiciones económicas 8 . Uno de los aspectos más importantes para nuestro estudio es su propuesta con respecto a que, pese a la baja disminución de concepciones, el descenso aún más rápido de la mortalidad produjo que se mantuviera el incremento demográfico 9 . Desde entonces, la mayoría de los estudios coincide con el acrecentamiento del siglo XVIII, sobre todo, con posterioridad a la epidemia de 1720 10 , lo que, además, coincide con el aumento del tráfico de esclavos africanos hacia América Latina 11 .
El estudio de Wachtel, situado en el Alto Perú, muestra la misma dinámica: un declive inicial “catastrófico”, declinación durante un largo período, recuperación e incremento en el siglo XVIII 12 , siendo uno de los pocos investigadores que analiza la etapa del crecimiento. El autor examina una serie construida a partir de los libros de bautismo y defunciones de Jesús de Machaca que corresponden al período 1730-1808. En su análisis observó que las defunciones solo superaban a los bautizos en el pico de mortalidad de 1750, aunque, en general, presentando una tendencia a la baja, las defunciones “se sitúan, casi constantemente en un nivel muy inferior al de los bautismos” 13 . En cuando a las fechas en que se observó un mayor número de muertes, destacan los años de 1750, 1764, 1794 y 1803. Para las provincias de Pacajes y Chulumani, Klein observó un rápido crecimiento en el tardío siglo XVIII (más de 0,5% por año) producto del aumento de forasteros 14 . Luego, desaceleró entre 1802 y 1838 debido a la crisis económica de la temprana república 15 . Pese a ello, el crecimiento de la población indígena se mantuvo constante en el siglo XIX, a partir de las tasas de natalidad más altas, en contraste a las tasas de mortalidad 16 .
En la provincia de Carangas, Gavira mencionó dos coyunturas que nublan el crecimiento poblacional del siglo XVIII: la epidemia de 1720 y las sublevaciones indígenas de 1780-1781. La autora indica que “Durante el quinquenio siguiente se sucedieron hambres y epidemias debido al abandono de los campos” 17 . En Coporaque, provincia de Arequipa, Glave también observó un importante descenso de la población en varias localidades peruanas, la que disminuyó notoriamente entre 1775 y 1783, lo que explicó a partir de las alteraciones políticas que se presentaron en la zona, haciendo referencia al período de rebeliones andinas. Pese a ello, el autor también observó una tendencia al incremento de la población durante el siglo XVIII y XIX, que tendría una interrupción en 1804-1814 18 .
Pocos estudios se han enfocado en la mortalidad como tema principal. Uno de ellos fue la investigación de Gil Montero, Morales y Villalba sobre Talina, localidad cercana a Potosí, en la que propusieron una estrecha relación entre mortalidad y sequía, donde los períodos secos les permiten identificar “crisis de subsistencia”. Aunque esta propuesta, a simple vista, parece tautológica, es una respuesta a otras investigaciones, como las de Tandeter, que desestiman la variable ecológica en las crisis de mortalidad 19 . Según estos autores, hay tres coyunturas demográficas críticas que han sido destacadas por los investigadores dentro de la actual Bolivia: la epidemia de 1719-1721, la de comienzos del siglo XIX (1803) y la de 1877-1879 20 . Estos períodos presentan para los autores el peor escenario en cuanto a que coinciden, en amplios territorios, dificultades ambientales, demográficas y económicas. La crisis de 1803 ha sido analizada en detalle por Tandeter para el Alto Perú, donde coinciden varios factores, entre ellos, mayores índices de mortalidad, aumento de precios y deterioro de las condiciones de vida para las poblaciones indígenas 21 .
En lo que respecta al extremo sur peruano, la investigación de Quispe sobre la zona de Arequipa presenta dos dimensiones, una medioambiental, reconociendo los principales eventos naturales que afectaron el valle del río Chili, y otra económica, analizando las consecuencias en la agricultura y el alza de precios 22 En una investigación de larga duración reconoce las crisis de 1719-1720 y 1804-1805. El autor concluyó que existe una relación entre las contracciones económicas del valle arequipeño y eventos como lluvias, sequías, heladas, terremotos y epidemias 23 . Para el área de Tacna, Cavagnaro se ha referido a las epidemias más importantes ocurridas en la región en un lapso de 150 años 24 , aunque se ha dedicado con más detalle a los flagelos de 1719-1721, 1855 y 1869.
Sobre los Altos de Arica, Hidalgo hizo, en 1986, un análisis demográfico detallado sobre los corregimientos de Arica, Tarapacá y Atacama, que incluyen Ilabaya, Tarata y Tacna 25 . El autor mencionó que hacia 1570 la población nativa de Arica y Tarapacá habría disminuido un 35,9% y que, posteriormente, en el período que va de 1683-1688 a 1750, los contribuyentes de Codpa (Altos de Arica) se incrementaron en 86,8% 26 . Además observó los posibles efectos de la epidemia de 1720 en los grupos etarios de Codpa a partir de la revisita de 1750 27 . Posteriormente, Hidalgo, Arévalo, Marsilli y Santoro observaron el aumento demográfico de la segunda mitad del siglo XVIII a partir de las revisitas de 1750 28 , 1772 29 , el Padrón de 1813 30 , a los que agregaron otros datos de 1792 y 1804, observando que la tendencia al alza se mantuvo hasta 1792, luego de lo que se presentó “un violento descenso demográfico” que continuó hasta 1813 31 . Posteriormente, Hidalgo e Inostroza han demostrado que dicho aumento se debió al incremento de la población forastera, y que el descenso se magnifica a partir de la crisis de 1803 32 . Inostroza, además, ha identificado algunas de las enfermedades que afectaron a la doctrina de Belén, Altos de Arica 33 .
En Tarapacá, Villalobos ha realizado una observación general de la dinámica de la población que mostró un descenso demográfico en el siglo XVI, para luego ascender en el período de 1688 a 1757, presentando un aumento de 29,68%. Posteriormente, la tendencia se mantuvo hasta el censo de 1792 34 . Pese a ello, Hidalgo documentó una disminución en los registros de Tarapacá entre 1753 y 1766, atribuyendo dicha baja a la ausencia de forasteros en el registro de 1766 35 . Así se han identificado en Tarapacá tres epidemias importantes. La primera en 1717, mencionada por Echeverría como la más espantosa en todo el sur del Perú 36 que –según el autor– provocó el traslado del pueblo de la banda sur de la quebrada al sitio actual 37 y que, probablemente, esté relacionada con la epidemia de 1720. La segunda, en 1758, cuyos efectos, según Villalobos, parecen no haber sido tan desastrosos, pero que en los registros parroquiales muestra su punto cúlmine en el mayor número de muertos en 1759 38 . La tercera, en 1804, mencionada también por Echeverría. Cabe destacar que en Tarapacá hemos observado otros eventos de crisis que parecen haber causado mayores estragos que los de 1759 y 1804.
En cambio, no existe un estudio dedicado a las epidemias en Moquegua, ni mucho menos a un proceso demográfico específico, excepto el trabajo de Peralta sobre fenómenos naturales y epidemias en el sur de Perú y norte de Chile, que incluye esta localidad 39 .
Moquegua, Tacna y los Altos de Arica y San Lorenzo de Tarapacá: territorios y registros
Moquegua, topográficamente, se puede dividir en tres espacios naturales: la zona andina (3000 a 5000 msnm), una zona desértica y el litoral. Destacan los valles de Omate, Moquegua e Ilo. En el siglo XVIII, la región contaba con los partidos de Ilo, Moquegua, Torata, Carumas, Ubinas, Omate y Puquina, que eran parte de la provincia de Arequipa. En Ilo se ubicaba el puerto natural de Moquegua, además de un valle conocido por el cultivo del olivo, producto que era requerido hasta en la capital Lima. Respecto a Moquegua, su valle era conocido por el cultivo de la vid, con lo que se elaboraban vinos y aguardientes que eran llevados al Alto Perú. Los libros que consultamos solo corresponden a registros del pueblo de Moquegua y no de toda la doctrina. En un censo de 1793, en el partido de Moquegua se registraron 28 279 habitantes, distribuyéndose de la siguiente manera: 17 272 indígenas (61%), 5678 españoles (20%), 2916 mestizos (11%), 887 pardos libres (3%) y 1526 esclavos (5%) 40 . Los libros de defunciones de la parroquia de Santa Catalina de la villa de Moquegua tienen como punto de partida el año 1672. Para el presente estudio se han utilizado los libros de castas e indios y los de indios tributarios (1745-1825) 41 . En 1792 en el pueblo de Moquegua había 8323 personas 42 . Si consideramos solo a indígena y castas, la cifra es de 2402. Se debe mencionar que el pueblo de Moquegua tenía un alto porcentaje de población afrodescendiente en comparación a las otras localidades de este estudio.
La topografía de Tacna presenta dos grandes espacios geográficos: una zona andina y otra desértica, siendo la parte andina la que se extiende sobre las provincias de Tacna, Tarata y Candarave (2000 a 5000 msnm). Hacia el siglo XVIII, la región comprendía los partidos de Tacna, Locumba e Ilabaya, Candarave, Tarata y Sama. En este período, destacaban especialmente los valles de Locumba y Sama por el cultivo del olivo, el ají y la vid, cuyos frutos eran enviados a las regiones vecinas. Durante la visita de Álvarez y Jiménez (1793-1794) se identificaron los cacicazgos de Tacna, Tarata, Candarave, Ilabaya y Codpa 43 , encontrándose 12 870 indígenas de distintas edades, sexo y condición tributaria 44 . En 1792 había en Tacna una población de 6998 personas, que representan el 73% del total del partido 45 . Los libros de defunciones de la parroquia de San Pedro de Tacna comienzan desde el año 1711. Para el presente estudio hemos utilizado los libros de castas e indios (1752-1824) y de indios de los altos de Tacna (1767-1777; 1807-1811) 46 . En 1792, la población del pueblo de Tacna era de 6998, de los cuales 5056 corresponden a indios y castas 47 .
Los Altos de Arica se ubican en un perfil topográfico que presenta cuatro zonas ecológicas: valle (hasta los 2000 msnm), cabecera de los valles (alrededor de 2000 msnm), sierra (2000 a 3500 msnm), puna (sobre 3500 msnm). Hacia el siglo XVIII, la zona del valle comprendía un área integrada por haciendas de españoles con importante presencia de población afrodescendiente y terrenos indígenas de carácter comunitario 48 . En la cabecera de los valles y la sierra de los Altos de Arica se mantuvieron asentamientos indígenas hasta el siglo XVIII, pero con la instalación de algunos pocos españoles y mestizos en los demás pueblos de indios, en el mineral de Choquelimpe y en el ingenio de Guallatire 49 . Los registros de los Altos de Arica integran inscripciones de la doctrina de Belén y también de algunos pueblos que correspondían a la doctrina de Codpa, sobre todo los registros que van de 1754 a 1763, por lo tanto, los registros corresponden a habitantes de Belén, Socoroma, Putre, Parinacota, Sora, Churiña, Pachama, Caquena, Choquelimpe, Guallatire, Livilca, Sagsamar, Tignamar, Pachica, Esquiña Timar, Umagata y Codpa 50 . Los libros integran en ellos a personas de todas las calidades, aunque los habitantes de los pueblos eran mayoritariamente indígenas, que en la doctrina de Belén fluctúa entre el 83% y 91% 51 . El cacicazgo de Codpa estaba compuesto por 3916 personas 52 , distribuidas en 17 pueblos divididos en dos doctrinas: Codpa y Belén. Las principales actividades eran la agricultura, la ganadería y la arriería.
El territorio de Tarapacá se extiende entre los ríos Camarones y Loa. El sector por quebradas, principalmente, las de Camiña, Aroma y Tarapacá. A mayor altura, el relieve es atravesado de norte a sur por la pampa del Tamarugal. Posteriormente, la cordillera de los Andes (2500 msnm) y el Altiplano o Puna (3000 a 4000 msnm). La población de la provincia era inestable y móvil 53 , alcanzando en 1792 las 7896 personas, mientras que en el pueblo de Tarapacá era de 2637, compuesto por 1517 indios (58%), 368 personas de castas (14%), 285 españoles (11%), 117 esclavos (4%) 54 . La doctrina de San Lorenzo integraba los pueblos de Guaviña, Lanzana, Mamiña, Quipisca, Iquiuca, Parca, Macaya 55 . Los registros de defunción incluyen la doctrina de San Lorenzo de Tarapacá y un libro del poblado de Guaviña, sin diferenciación étnica (1754-1820) 56 . Las actividades económicas se relacionaban sobre todo con la minería de Huantajaya.
De esta manera, los datos demográficos muestran que la población era mayoritaria en Moquegua, luego en Tacna, los Altos de Arica y, por último, en la doctrina de Tarapacá. Sin embargo, las características de los registros tienen mayor magnitud en Tacna, luego en Moquegua; los Altos de Arica registra mayor población en 1792 con relación a Tarapacá, pero en el transcurso del período de estudio ambas localidades presentan dimensiones similares (Gráfico N° 1).
La demografía histórica ha destacado que los registros de defunción son los más incompletos, donde las deficiencias más graves se encuentran en los decesos infantiles 57 . En general, se argumenta que el subregistro de defunciones afecta significativamente los resultados, esto si lo que se pretende es calcular factores como el crecimiento vegetativo, que requieren de la intervención de los índices que arroja el registro. Por el mismo motivo no es posible hacer cálculos certeros de tasas de mortalidad. Sin embargo, pese a esta deficiencia, los registros de defunción en varias localidades han demostrado reflejar las dinámicas de la población 58 . En ese sentido, se puede proponer que las inscripciones de defunción son una interesante muestra para estudiar las tendencias demográficas referentes a los episodios que marcaron los índices vitales, que se puede contrarrestar y complementar con otros documentos de archivo.
Comparación de las tendencias de las cuatro localidades
La Imagen N° 1 muestra las tendencias demográficas de las parroquias de Santa Catalina de Moquegua, San Pedro de Tacna, San Martín de Tours de Codpa, Santiago de Belén (Altos de Arica) y San Lorenzo de Tarapacá, entre 1754 y 1821, período del que contamos con datos para las cuatro localidades.
Las curvas que muestra el gráfico exponen las frecuencias de defunciones, con lo que buscamos observar similitudes y diferencias en las cuatro localidades (Tabla N° 1). En Tacna, los diez años de mayor mortalidad en orden decreciente son: 1776, 1781, 1768, 1803, 1788, 1804, 1795, 1784, 1782, 1789. En Moquegua, los mayores índices se alcanzan en: 1780, 1794, 1781, 1804, 1790, 1783, 1792, 1806, 1811, 1778. En los Altos de Arica son: 1773, 1804, 1803, 1813, 1805, 1759, 1789, 1795, 1780, 1776. En Tarapacá las fechas de mayor número de registros son: 1793, 1762, 1788, 1772, 1820, 1802, 1791, 1804, 1764, 1819.
Defunciones de Moquegua, Tacna, Altos de Arica y Tarapacá (1754-1821)
Aparentemente no hay grandes confluencias entre los registros de las cuatro localidades, solo una evidente congruencia en la curva que corresponde al período de 1802-1806, pero, pese a que no siempre hay concordancia en un mismo año, podemos identificar tres períodos de crisis que afectan al área de estudio. Estos ciclos, como hemos revisado en la primera parte de este artículo, corresponden a épocas de crisis en otros espacios andinos y latinoamericanos.
El primer período de crisis va de 1772 a 1784, cuando Moquegua y Tacna registraron al menos cuatro de los años con mayores índices, tres en el caso de los Altos de Arica, y solo uno en Tarapacá. Los mayores índices están en 1772, 1773, 1776, 1780 y 1781. Hay registro de sequía para el valle de Azapa en 1774 59 y una información recogida por el intendente Álvarez y Jiménez sobre terribles avenidas acaecidas en Moquegua en 1779 60 . En el año de 1780 tenemos para Moquegua algunos datos históricos que hacen referencia a una epidemia 61 –probablemente epidemia de viruela– que se ha identificado en diversas localidades del continente 62 .
La segunda fase corresponde a los años transcurridos entre 1788 y 1795, donde Moquegua, Tacna y Tarapacá registraron tres de estos mayores índices, mientras que los Altos de Arica, dos de ellos. Entre 1789 y 1792, el clima del extremo sur peruano y el norte chileno se volvió muy violento. En estos cinco años, terribles sequías e inundaciones alteraron el orden social y económico de una región que aún se recuperaba de las consecuencias del terremoto del 13 de mayo de 1784. Para 1789, el valle de Azapa gozó de una rebaja en las recaudaciones como consecuencia de la falta de agua que aquejaba a sus haciendas de olivares. En 1791, Tacna fue azotada por las avenidas que se llevaron varias personas y haciendas 63 . En 1790 tenemos noticias de la erupción del volcán Tutupaca en la provincia tacneña de Candarave 64 . Dos años más tarde hay noticias de una nueva erupción volcánica, sin poder reconocer el origen, aunque se señala que se ubicaba entre “Moquegua y San Andrés de Machaca”. Las cenizas llegaron hasta La Paz 65 . Para 1792 la situación se volvió crítica. En Moquegua, una prolongada sequía obligó al cabildo local a disminuir el número de quiebras de agua para la agricultura de valles como los de Torata, La Rinconada y Samegua. La racionalización afectó mucho las cosechas, llegándose a reportar la pérdida de sementeras de maíz y alfalfa, menos resistentes que la vid, para profundo pesar de los indios, que no habían visto “igual escasez en otro año” 66 . En respuesta, el 18 de julio en la plaza de armas de la villa apareció un pasquín amenazante con la siguiente inscripción:
En Ilo también entraron en ruina ya que los seis días de quiebras que recibían cada dos semanas eran menos que insignificantes 68 . Igualmente, en Tacahuay, ubicada entre Moquegua y Tacna, las cosechas de ese año y el anterior fueron escasas 69 . Ante este panorama, el intendente decidió suspender momentáneamente lo ordenado por el cabildo moqueguano en relación con las quiebras. Álvarez y Jiménez deseaban que la villa se apaciguara y confiaba en que el aumento de aguas desde los nevados de la provincia, que le adelantaban los informes de la época, pudiera recuperar la malograda agricultura moqueguana 70 .
El tercer período crítico transcurre entre 1802 y 1806, cuando los Altos de Arica presentan tres años con mayores índices, mientras que Moquegua, Tacna y Tarapacá, dos años. El 20 de marzo de 1802 se registró una nueva erupción del Tutupaca, cuyo proceso duró cinco meses y cubrió de cenizas Locumba, Tacna y Arica 71 . Ahora bien, este período coincide evidentemente con la crisis del Alto Perú y con fenómenos medioambientales que perturbaron a la región. Esta crisis, caracterizada por sequías, epidemias y escasez, ocurrió en el Alto Perú entre 1800 y 1805. Tandeter afirma que, en 1802, una epidemia de viruela afectó a todo el Perú y el Alto Perú (mismo año de la erupción volcánica), extendiéndose en diversas localidades hasta 1805. Además, en la ciudad de La Paz se registró una epidemia de escarlatina que causó gran cantidad de muertes en 1804 72 .
Cerramos el período estudiado en 1820, buscando observar las consecuencias de una temporada de lluvias en 1819, de las cuales hay noticias terribles para el sur peruano y el norte chileno. En Moquegua, los efectos fueron devastadores, siendo uno de los testigos el cura Montenegro y Ubaldi, quien da fe de las avenidas de los ríos 73 . Para la parte del norte chileno hay evidencias de inundaciones en las pampas de Tamarugal, en la actual Tarapacá 74 . Sin embargo, este evento solo parece haber provocado un aumento de las defunciones en la doctrina de Tarapacá, pasando desapercibido en los registros de Moquegua, Tacna y Altos de Arica.
Magnitud de los principales eventos
Buscando observar la magnitud de las crisis, hemos utilizado el índice de Jacques Dupâquier 75 para medir los dos eventos principales de cada localidad. En Moquegua, los registros más altos de defunciones están en los años 1780-1781. El número de muertes en Moquegua aumentó en el mes de febrero de 1780, alcanzando su punto máximo en el mes de abril, para disminuir paulatinamente hasta nivelarse en agosto; luego, se mantuvieron constantes hasta abril de 1781, cuando aumentaron nuevamente hasta el mes de agosto. Según el índice de Dupâquier, esta crisis fue de intensidad 3,7 76 , lo que propone una magnitud 2, es decir, una crisis de media 77 . El segundo período con mayor número de muertes en Moquegua corresponde al año de 1794. Esta mortalidad presenta un índice de 2,5 78 , que también la inserta en la magnitud 2 de Dupâquier como una crisis moderada. La mayor mortalidad se presentó en los meses de mayo, junio y julio. No hemos identificado un evento en particular para este año, pero quizás tenga relación con la sucesión de inundaciones que se dieron en la década de 1790.
En Tacna, los años más críticos fueron 1776 y, en segundo lugar, 1781. La gran alza de 1776 se evidencia en los registros a partir del mes de abril, alcanzando su cúspide en el mes de septiembre, para luego disminuir paulatinamente. Esta mortalidad tiene un índice 5,3 79 , correspondiente a una crisis fuerte. El segundo incremento importante en Tacna fue en 1781, episodio que tiene una intensidad de Dupâquier de 8,6 80 que la ubican entre magnitud 3 y 4, lo que corresponde a una crisis fuerte o crisis mayor. A partir del promedio del registro de defunciones en un año normal, se puede proponer que el número de defunciones comenzó a aumentar en diciembre de 1780 y a disminuir en septiembre de 1784. Es interesante notar la mayor duración de esta crisis en Tacna, en comparación a Moquegua, lo que podría tener relación con la mayor conexión de esta última localidad con los circuitos comerciales que generalmente son propagadores de epidemias.
En los Altos de Arica, el índice más alto es en 1773, que en la medición de Dupâquier es 5,2 81 , es decir, magnitud 3, crisis fuerte, donde los meses de mayor mortalidad se presentaron entre mayo y octubre. De momento no tenemos ninguna referencia a eventos climáticos en esta área. En los libros de la parroquia de Belén solo se registraron varias muertes repentinas, lo que nos lleva a pensar en una epidemia. La segunda mayor mortalidad en los Altos de Arica es la de 1803-1804, que también tiene un índice de Dupâquier de 5,0 82 . Este último evento corresponde a la crisis del Alto Perú 83 . En este lapsus, aunque los registros son notoriamente mayores a partir de enero de 1803 y se mantienen hasta noviembre de 1804, se puede afirmar que la mortalidad aumentó en supromedio a partir de 1802 y se mantuvo alta hasta 1805 inclusive.
En Tarapacá, el año de mayor cantidad de registros de defunción fue 1761, que presenta un índice de Dupâquier de 6,3 84 , magnitud 3, crisis fuerte. En una petición enviada por el cacique de Sibaya al corregidor, en relación con la mita del azogue de Tilivilca, el cacique hace alusión a una fuerte epidemia: “[…] que la asignación de ocho indios al pueblo de Sibaya se debe moderar porque los indios que se revisitaron se han muerto muchos en la peste, que se experimentó habrá tres años poco más o menos […]” 85 . El documento transcrito no indica fecha exacta pero el expediente está fechado entre 1757 y 1767, lo que hace muy probable que se esté refiriendo a la epidemia que se evidencia en los registros en 1761. Por otra parte, la identificación de esta crisis en la década del 60 del siglo XVIII puede explicar la disminución de la población de Tarapacá en los registros entre 1753 y 1766 86 . En 1761 se registró una epidemia en Tacna, pero cuyos índices son menores en comparación a otros eventos de mayor envergadura. La segunda fecha importante en cantidad de muertos en Tarapacá es 1793, que tiene magnitud similar: 5,0 87 . En 1793, se registraron en Arequipa inundaciones y epidemias; sin embargo, este acontecimiento, como crisis, solo fue notorio en Tarapacá, y no es evidente en Moquegua, Tacna ni Altos de Arica.
Conclusiones
El presente estudio ha podido demostrar que los registros de defunción son útiles para observar períodos de crisis que muchas veces tienen manifestación en un amplio territorio geográfico, llegando, en algunos casos, a extenderse al continente. Varios de los eventos que integran estas crisis, han sido observados con anterioridad en otras localidades de manera aislada.
La comparación de los registros de Moquegua, Tacna, Altos de Arica y Tarapacá permitió identificar tres períodos críticos que ocurren durante el siglo XVIII y las primeras décadas del siglo XIX que aumentaron la mortalidad en cada territorio. El primero de ellos ocurre entre 1772 y 1784, donde el principal evento se manifestó entre 1780 y 1781, reconocido como una epidemia de viruela que alcanzó gran parte del continente. Sin embargo, esta epidemia causó mayores estragos en Tacna y Moquegua, pero no tanto en Altos de Arica y Tarapacá. Pensamos que esto se debe a la mayor distancia de ambas localidades respecto de los principales centros urbanos. Por otra parte, si se indica como una causa principal de esta mayor mortalidad a las rebeliones andinas que tuvieron lugar en la misma fecha, se debe indicar que hay registros de alzamientos en Tacna, Altos de Arica, Tarapacá, no así en Moquegua, y que, por otra parte, los registros de Altos de Arica y Tarapacá denuncian en las inscripciones cuando la muerte de los feligreses se debió a las revueltas populares de esos años, y que corresponden a pocos casos del total de muertos. El segundo ciclo de crisis se observó entre 1788 y 1795, relacionado con un mal clima que incluyó inundaciones, sequías y erupciones volcánicas que también provocaron crisis sociales. Esta fase afectó de manera más homogénea a todo el territorio del área de estudio. El tercer período identificado fue la crisis que se manifestó entre 1802 y 1806; esta fue la mayor crisis experimentada en todo el sur andino durante el lapso que abarca este estudio, y que, por lo tanto, tiene coincidencias con otras investigaciones que la han identificado en los Andes. El mayor impacto de la crisis de 1803 en la zona de los Altos Arica podría ser explicado por la altura 88 , pero se requiere un estudio más detallado sobre esto. Tacna y Moquegua también se vieron afectados, aunque de una manera más tenue.
Las crisis causadas por epidemias, sequías, inundaciones, provocan períodos de hambruna y escasez que se traducen en movimientos migratorios de personas que intentan buscar mejores condiciones de subsistencia. También provocan descontento social, pues requieren de políticas públicas de auxilio a la población que no siempre son tomadas de manera oportuna. En este sentido, las rebeliones andinas, que tienen múltiples causas, también pudieron ser nutridas por las malas condiciones de subsistencia que se incrementaron en esta época debido a recurrentes epidemias y a los mayores estragos que pudo haber causado la epidemia de viruela que afectó a varias localidades del continente en esta fecha. Estos períodos epidémicos coinciden en las cuatro localidades, donde la población de los registros corresponde mayoritariamente a indios y castas, lo que nos muestra la estrecha relación que mantienen espacios urbanos y rurales en este amplio territorio que integraba el espacio andino del eje Arica-Potosí.
Los registros de defunción no tienen buena fama en las investigaciones académicas más apegadas a la demografía clásica. En cambio, para los estudios de población son de una enorme riqueza, pues el registro no importa tanto en su dimensión cuantitativa, aunque de todas maneras la representa. Algunos de estos aspectos requieren de otros análisis más profundos que integren mayores detalles sobre edad, raza y género de los fallecidos, sobre todo en relación con algún evento en particular. En este caso, proponemos una mirada diacrónica de los registros de defunciones como una muestra que evidencia procesos históricos y que, por lo tanto, son fundamentales en el estudio de la mortalidad y que, además, pueden ser corroborados y complementados con otros documentos de archivo. Si tenemos suerte, en algunos casos nos encontraremos con registros que nos entregan pistas sobre las causas de muerte. En este sentido, aunque nuestro acercamiento a la mortalidad incluye una mirada desde lo demográfico –y teniendo en cuenta las dificultades de trabajar solo con registros de defunción–, queremos destacar que nuestro acercamiento a este fenómeno se relaciona más con las epistemologías que han buscado estudiar la muerte como hecho social.
Resumen:
Introducción. Mortalidad en el sur andino colonial, una breve mirada histórica
Moquegua, Tacna y los Altos de Arica y San Lorenzo de Tarapacá: territorios y registros
Comparación de las tendencias de las cuatro localidades
Defunciones de Moquegua, Tacna, Altos de Arica y Tarapacá (1754-1821)
Magnitud de los principales eventos
Conclusiones