La actitud de los países de América Latina hacia los judíos durante la Shoá se desarrolló a dos niveles: las posibilidades de inmigración que oficial o extraoficialmente brindaron estos países a los refugiados judíos desde 1933 a 1945; el otorgamiento de pasaportes y documentos de protección que podían resguardar a judíos de la persecución, la deportación y el exterminio.
Este trabajo es parte de una investigación más amplia que se ocupa del segundo tema. Generalmente la acción de otorgar pasaportes para salvar judíos fue asumida por algunos diplomáticos latinoamericanos sin consultar con sus gobiernos y a veces en contra de su política. Algunos de ellos arriesgaron y perdieron su carrera por esta actuación netamente humanitaria. Hasta el momento se han realizado investigaciones sobre los cónsules de Ecuador, Manuel Antonio Muñoz Borrero; de El Salvador, José Arturo Castellanos, y de Perú, José María Barreto, los tres reconocidos por Yad Vashem como Justos de las Naciones.
Asimismo aquí presento por primera vez el resultado intermedio de mi investigación sobre Samuel del Campo, encargado de negocios y representante de Chile en Rumania. Mi propósito es el de continuar la investigación para descubrir la actuación de otros cónsules, como Rodolfo Hügli de Paraguay, José Gambetta del Perú, Max Brunner de Haití, Alfonso Bauer de Dominicana, entre otros. Mi intención es la de estudiar y conocer a fondo la actuación de estos cónsules y su contexto, y el de verificar si, al igual que los casos de Muñoz Borrero, Castellanos y Barreto, también a ellos les corresponde una reivindicación y un reconocimiento por su acción en aras de salvar la vida de semejantes.