Typesetting
December 2017 in Revista chilena de literatura
RESEÑA
En el marco de las complejas relaciones que supone el creciente proceso de globalización, la discusión en torno a la literatura mundial y sus alcances es un tema que paulatinamente ha ido adquiriendo relevancia en nuestro campo de estudio: la composición de un canon, las trayectorias que siguen las producciones literarias provenientes de la periferia, los diálogos que se establecen con las literaturas hegemónicas, el lugar que efectivamente ocupan los diferentes textos en el escenario global, son algunas de las problemáticas que en la actualidad invitan a reflexionar a los críticos. Un notable ejemplo de ello lo ofrece Deseos cosmopolitas, de Mariano Siskind. La investigación se centra en el estudio del cosmopolitismo en la literatura latinoamericana, entendido como “un entramado discursivo estratégico, calculado, que intentaba negociar un lugar de enunciación a la vez particular y universal, en el contexto de la hegemonía cultural moderna” (41). La expresión de esta idea, evidenciada en el quehacer de intelectuales modernistas hacia finales del siglo XIX, y que en esencia persiste en los discursos de un importante grupo de escritores hasta entrada la segunda mitad del siglo XX, se desarrolla en torno a la construcción de un imaginario de mundo que implicó la posibilidad de pensarlo como un espacio de modernización no nacionalista, en el que el encuentro entre culturas marginales y hegemónicas fuese ajeno a las históricas jerarquías metropolitanas. En este sentido, Siskind insiste en que aun cuando esta concepción de mundo es, en sentido lacaniano, una fantasía, cumple con el rol fundamental de abrir un horizonte de significación cosmopolita (19) capaz de poner en tensión el particularismo que caracterizaba la producción cultural local.
Los cinco capítulos que componen Deseos cosmopolitas ponen de manifiesto una aproximación a “la modernidad literaria latinoamericana como una relación global, un conjunto de procedimientos estéticos que funcionan como mediaciones de una red transcultural ampliada de intercambios culturales dispares” (19). A través de un análisis textual que incluye referencias a Eduardo Ladislao Holmberg, Rubén Darío, José Martí, Alejo Carpentier, Gabriel García Márquez, Enrique Gómez Carrillo, Baldomero Sanín Cano, entre otros, se configura una red articulada en torno a conceptos que permite profundizar en la dimensión política asociada al desarrollo y uso de géneros literarios, modos de representación y formas estéticas que intentaron posicionar su particularidad en el espacio global. Las constataciones hechas por el autor llaman a leer críticamente el lugar de enunciación desde el cual se construyen los discursos literarios que invocaron el cosmopolitismo. En otras palabras, observar la posición que en términos culturales ostenta América Latina en el contexto ofrecido por la modernidad global resulta fundamental al momento de pensar históricamente qué es aquello que define las representaciones que emergen desde la marginalidad, en contraste con los imaginarios elaborados en las locaciones metropolitanas (36).
Tras una introducción en la que se discuten y definen los conceptos centrales en la investigación, el capítulo inicial, “La globalización de la novela y la novelización de lo global”, aborda el vínculo entre género literario y modernidad. En ese contexto, la novela, definida a modo expresión “estética que narra el deseo moderno” (54), será la primera forma literaria global tras la consolidación de la hegemonía europea en el mundo. Pese a que América Latina y sus intelectuales la asumen propia y la postulan como institución modernizadora, la tesis que construye el autor describe la incorporación de la novela en los proyectos nacionales en términos de “importación” o “traducción” del género, por sobre interpretaciones que ponderan la idea de una subordinación cultural de la periferia respecto del centro (56). El resultado de ello será la dislocación de la forma-novela global en favor del surgimiento de una forma-novela global latinoamericana (57). Por otra parte, la categoría “novelización de lo global” se aplica a la lectura de los imaginarios universalistas puntuales que los textos ponen en circulación (65). A través de la comparación de ejemplos provenientes de la ciencia ficción (un grupo de novelas de Julio Verne en contraste con una del argentino Eduardo Ladislado Holmberg), se quiere mostrar de qué manera influyen en las representaciones literarias las condiciones de enunciación particulares de cada lugar, en el contexto de una modernidad trazada por la desigualdad y las exclusiones.
A propósito del sitio que ocupa el realismo mágico en el escenario global, el segundo capítulo, “La vida material de los géneros: los itinerarios globales del realismo mágico”, se propone dar respuesta a la pregunta por los procesos que influyeron en su posicionamiento como género literario-mundial. Si bien en el análisis se considera la relación entre literatura mundial, poscolonialismo y realismo mágico, el foco está puesto en la historización de las trayectorias globales que siguió el género en cuestión, “desde los años veinte hasta los noventa, y en las huellas que … fue dejando en la circulación global de las traducciones y reescrituras que componen la materialidad literaria de su mundo” (100). De esta manera, la conjugación de factores como la producción de textos críticos que intentan explicar y/o delimitar sus alcances estéticos y temporales, los discursos que enarbolaron diferentes agentes del campo, la exposición de las condiciones de circulación concretas que acompañaron el proceso (publicación, consumo, demanda y publicidad), más el énfasis en la diversidad de reconfiguraciones que se hizo de estas novelas tanto en metrópolis como en periferias, serán decidores para comprender el paradojal destino mundial de un género cuya génesis fue la representación de la particularidad latinoamericana. Con este capítulo se cierra el apartado inicial del texto centrado en la literatura mundial y la producción material de los mundos literarios.
La segunda parte, orientada hacia la relación entre cosmopolitismo, modernismo y deseo de mundo, comienza con la sección: “El surgimiento de los discursos literario-mundiales en América Latina (1882-1925)”. En ella se reconstruye un archivo cuyo núcleo son los discursos sobre literatura mundial del modernismo latinoamericano, articulados en torno a un deseo de mundo (39) que observa desde una óptica cosmopolita la modernización local. A la luz del corpus, el autor sostiene que los modernistas configuraron un imaginario en el que obras y escritores locales y extranjeros eran concebidos como partes “de una comunidad organizada alrededor de estéticas modernizantes que determinan el horizonte de significación de las prácticas modernistas” (154). Pero, ¿de qué manera se conciliaba un campo cultural “obsesionado por su diferencia” (186) con la idea de una apertura hacia la universalidad? Para Siskind esta tensión no llega a resolverse, por el contrario, se convierte en característica inherente a la cultura latinoamericana que aún hoy consigue convocar intereses y debates (172).
En el cuarto capítulo, “El universalismo francés de Darío y las cartografías mundiales del modernismo”, se indaga en el imaginario de mundo que construye el poeta: ¿pone en acción un discurso literario mundial o solo debe ser leído dentro de los márgenes que supone la supremacía del influjo francés en su obra? Si bien, en la compleja subjetividad modernista de Darío la cultura francesa ocupa un centro indiscutible, producto del lugar que tiene América Latina y sus escritores en el orden mundial (255), la problematización que aquí se hace de ella permite significarla en términos de una “predisposición innovadora hacia lo moderno” (278); dicho de otra forma, para el poeta lo francés implica universalidad no solo en lo que respecta a su hegemonía global, sino también en su despojo de la particularidad cultural latinoamericana (254).
Finalmente, “En viaje a Oriente: Gómez Carrillo y la cuestión judía” está marcado por la aproximación crítica a los escritos del cronista y viajero cuyo nombre consigna el título. Los diálogos que se establecen entre su sensibilidad orientalista y el cosmopolitismo le permiten configurar “las extendidas geografías culturales del modernismo latinoamericano, cuya escala global sería impensable sin … [sus] contribuciones estéticas” (333). El autor concluye el recorrido conceptual que ha sostenido consistentemente a través de sus capítulos reflexionando a propósito de la representación que hace Gómez de los judíos en Oriente: en ella lee la empatía en las apreciaciones como elemento constituyente de una ética modernista cosmopolita (332).
La importancia de este libro en el campo de los estudios literarios puede situarse en al menos dos niveles: primeramente, su destacada reelaboración conceptual permite ver aquellas obras que asumieron un horizonte cosmopolita desde una perspectiva completamente diferente y, junto con ello, actualizar sus significados en nuestros propios imaginarios históricos-literarios. Por otra parte, las consideraciones respecto de la novela como género mundial abren un espacio para repensar el carácter de lo nacional en los orígenes de la producción literaria latinoamericana moderna, de observar con nuevos ojos la posición y circulación de los textos fundantes de cara hacia al mundo.
En segundo lugar, el trabajo que hace Mariano Siskind no solo apela a las dimensiones históricas y políticas que se encuentran implicadas en los objetos que aborda directamente a través de la investigación (me refiero a textos literarios, críticos y discursos que componen el núcleo de sus interpretaciones), también lo hace al problematizar las formas en las que se considera en la actualidad, en el plano educativo-pedagógico, el concepto de literatura mundial: ¿es posible la formulación de un proyecto literario cosmopolita que se sostenga como una articulación planetaria (89)? Y, de ser así, ¿sobre qué bases ideológicas y materiales descansaría su formulación? ¿Qué posturas adoptarían las periferias en este orden? ¿Cuáles serían los efectos de dicho proyecto sobre la literatura misma? Son algunas de las interrogantes que orientan la argumentación en el libro. En este sentido, Deseos cosmopolitas es también una invitación a asumir que la adopción de cualquier postura frente a este tipo de discursos debe hacerse teniendo en miras el contexto desigual que sostiene relaciones globales hegemónicas que configuran el mundo de hoy (95).
Copyright & License
Este es un artículo publicado en acceso abierto bajo una licencia Creative Commons
Author
Carla Rojas Valenzuela
Universidad de Chile, Santiago de Chile, Chile., Santiago, Chile