in Revista Chilena de Literatura
Carla Daniela Benisz. La “literatura ausente”: Augusto Roa Bastos y las polémicas del Paraguay post-stronista
La cartografía de los estudios literarios latinoamericanos evidencia ciertas lagunas, determinados vacíos sobre los cuales poco se ha avanzado en lo que va del siglo. Ni la puesta en crisis de los viejos paradigmas ni la actualización de las agendas académicas parecen quebrar la primacía del puñado de objetos de estudio y áreas culturales más frecuentados del campo: la región andina con sus conflictos y proyectos; la literatura de las grandes urbes en diálogo con la globalización más frenética; el Caribe y su exuberante riqueza lingüística y cultural.
En este horizonte, la publicación de La “literatura ausente”: Augusto Roa Bastos y las polémicas del Paraguay post-stronista supone una intervención crítica de relieve por tomar como objeto de estudio al espacio cultural paraguayo, pródigo en interrogantes y elaboraciones originales, mas desplazado con frecuencia en los abordajes sobre las letras de la región. Su autora, Carla Benisz, traza una operación que conjuga dos objetivos: indagar la escena cultural paraguaya desde la década de 1980 y, a la vez, ensayar una reflexión que ilumine las discusiones más actuales de la crítica latinoamericana a partir del análisis de una literatura y una cultura usualmente pensada como incógnita, isla, ausencia.
El libro se focaliza en las polémicas intelectuales transcurridas en el país sudamericano tras la caída del régimen de Alfredo Stroessner en 1989. Las causas de las querellas fueron múltiples y, tal como lo explica el texto, se entrelazan con los procesos de transición democrática que debieron atravesar los países del Cono Sur durante la década de 1980. En este marco histórico, el retorno de los intelectuales exiliados y su integración a la nueva escena cultural y política supuso un desafío en el trazado de balances y en la reinvención de los consensos. Más aún, cuando algunos de ellos volvieron con un notable reconocimiento internacional, pero también con juicios sumarios sobre las letras locales. Tal es el caso de Augusto Roa Bastos, el autor de Yo el Supremo, cuyas tesis e intervenciones funcionan como el eje central de las discusiones.
Benisz traza una minuciosa investigación de archivo y recupera artículos de prensa, ensayos, conferencias y entrevistas del escritor en función de reponer sus hipótesis más provocadoras acerca de la literatura paraguaya. En el transcurso de su vuelta al país, Roa Bastos quema las naves y denuncia, a través de una serie de textos programáticos, el carácter colonial y logocéntrico de la narrativa nacional, en tanto reniega del sustrato oral y guaraní e impide la consolidación de un sistema literario que funcione como garantía de su identidad. Sus posicionamientos motivan una serie de respuestas a cargo de escritores reconocidos, quienes expresan su disenso y ponen en duda las posturas de Roa. Principalmente, Carlos Villagra Marsal y Guido Rodríguez Alcalá se encargan de responder al autor en defensa de los esfuerzos locales. La polémica despierta el interés de los diarios de tirada masiva, que registran semana a semana la proliferación de los intercambios, que oscilan entre el respeto mutuo y la diatriba, entre la discusión teórica y la sátira irrespetuosa. Benisz revisita los artículos de prensa de la época con suma productividad. Su detenimiento en elementos paratextuales, líneas editoriales y políticas de sección recompone cómo la discusión literaria involucra aristas que exceden el plano cultural y debe desplegarse en un clima de crispación progresiva.
El libro se organiza en tres partes, antecedidas por una introducción que establece las premisas básicas de la investigación, desarrollada originalmente como tesis de doctorado. Sin embargo, a diferencia de numerosos textos académicos que acumulan citas y engordan estados de la cuestión con títulos y autores de mención obligatoria, las palabras introductorias de La “literatura ausente” funcionan como una creativa articulación entre conceptos y metodologías, un conocimiento fehaciente sobre la problemática y una mirada crítica atenta a las aporías y las tensiones. La opción por el análisis del discurso como estrategia central de lectura es una de las elecciones más relevantes del texto, en tanto le permite a la autora moverse con libertad y rigor por un vasto y heterogéneo archivo y reconstruir complejos entramados de discursos sociales.
La primera parte, denominada “La estrella de la historia”, se focaliza en las llamadas “matrices narrativas” de la historia paraguaya, un término utilizado por Darío Sarah para caracterizar las dos interpretaciones hegemónicas acerca del devenir de la sociedad paraguaya. Benisz se interna en los vericuetos de la historia intelectual y de las ideas y revisa las disputas seculares entre la tradición “liberal-cretinista” y la “colorada”. Cada una de ellas responde y nutre los relatos de identidad de los dos partidos políticos que se reparten el poder y el control del Estado desde el final de la guerra contra la Triple Alianza. Por lo tanto, funcionan como dispositivos que legitiman iniquidades y silencian las resistencias. A estos dos linajes se le contrapone un tercero, el contrahegemónico, que supone una impugnación de las narrativas oficiales mientras alza una alternativa imbricada en las demandas populares y los saberes subalternos. Desde las crónicas desgarradas del anarquista español Rafael Barret hasta los ensayos de Mauricio Schvartzman sobre el poder autoritario, pasando por las contribuciones de Oscar Creydt y Bartomeu Melià, esta línea discursiva discute constantemente con las verdades oficiales y amplía el espectro de los debates a través de la introducción de objetos y cuestiones opuestos a los intereses de las elites. El contrapunto entre las matrices es efectivo e ilumina las cuestiones más urticantes de la cultura nacional, que salen a la luz en las querellas de la transición.
La segunda parte, “El campo intelectual del pos-stronismo”, se enfoca en la etapa que siguió a la caída del tirano y en los desplazamientos derivados en la escena política y cultural paraguaya. Sin la dictadura como enemigo común, surgen tensiones y rencillas entre escritores y demás agentes intelectuales que estallan en una de las grandes polémicas de la época, protagonizada por Roa Bastos y Villagra Marsal y ordenada en torno a la pregunta sobre la validez de la narrativa nacional de las últimas décadas.
Los capítulos más relevantes de esta sección se vuelcan al análisis de esta discusión. La categórica posición de Roa queda reflejada en el título del libro, donde refulge el carácter crítico y polémico de sus tesis. El texto central de la sección es “Una cultura oral”, un ensayo en el que el escritor revisa, reúne y reformula sus ideas sobre la cultura paraguaya. El aporte de antropólogos e intelectuales como León Cadogan y el ya citado Melià es contundente en su pensamiento; a partir de sus investigaciones acerca del lenguaje, la cultura y la poesía de las comunidades guaraníes, Roa postula que en Paraguay la literatura en castellano se encuentra todavía encerrada en el laberinto del colonialismo cultural, mientras que las producciones estéticas ensayadas por fuera de los círculos letrados poseen una expresividad, dinamismo y realización superior. Su posicionamiento anuda las nociones de identidad, lenguaje y literatura nacional, centrales en los debates intelectuales latinoamericanos de las décadas de 1960 y 1970, pero reformulados desde una nueva coordenada, más atenta a la heterogeneidad cultural y menos confiada en los poderes de la letra y la política. De hecho, Benisz señala cómo la atención hacia la cosmovisión guaraní modifica progresivamente el pensamiento de Roa, al punto de que la idea de “lo nacional” queda permeada por el concepto de ñandéva, es decir, la comunidad originaria, según Melià.
La tercera parte del libro es “El recurso de la historia” y tiene un carácter conclusivo, ya que se focaliza en un debate ubicado hacia el final del período de transición. Roa Bastos discute con Rodríguez Alcalá, aunque en esta oportunidad el debate es más errático y deriva rápidamente en la querella personal. Uno y otro autor parecen enconados en una disputa por el capital simbólico al seno de una nueva coyuntura cultural. El denuesto, el alegato, la ridiculización y la diatriba atraviesan los géneros discursivos y llegan a la ficción literaria, que queda salpicada de alusiones más o menos veladas al adversario en la polémica. La cuestión del exilio adquiere un nuevo sentido en este contexto. Roa la esgrime como la experiencia histórica decisiva para superar los dilemas culturales paraguayos en un ámbito de clausura autoritaria, mientras que Rodríguez Alcalá denuncia un uso interesado del tema, al que entiende como una impostada fábula de identidad que legitima una actitud política no siempre coherente en el caso de Roa. Aunque los objetos y las modalidades de esta polémica reducen el espesor teórico del análisis, el intercambio sirve para retomar el esquema de las matrices narrativas expuesto en la primera parte del libro, recuperado con rigor y creatividad al momento de caracterizar el trasfondo y las derivas ideológicas de cada intervención.
La “literatura ausente” concluye con unas palabras finales que abren todavía más las propuestas del texto e iluminan también las principales inflexiones del trabajo crítico de la autora. La defensa de la polémica como género indica una perspectiva que piensa al conflicto cultural como matriz del pensamiento crítico y al debate público como una práctica intelectual fundamental, a pesar de la relatividad complaciente de cierto ecosistema académico contemporáneo. Otra orientación clave es la atención puesta hacia lo que se denomina la “forma nueva”, es decir, el desafío estético de reinventar estructuras, procedimientos, géneros y lenguajes literarios que respondan de manera crítica y creativa a los dilemas culturales de la historia y la sociedad paraguaya. En este sentido, la escritura de Roa Bastos se coloca implícitamente como un modelo narrativo posible, aunque claramente la apuesta literaria se prolonga hacia aquellos narradores contemporáneos, paraguayos o hijos de paraguayos, como Humberto Bas, Ever Román o Mario Castells, quienes se hacen cargo de los debates glosados a través de sus ficciones.
Finalmente, el libro registra la nueva Constitución de 1992 como un hito cultural por el cambio en el estatuto del guaraní, que se transforma en lenguaje oficial junto al castellano y motoriza una vasta reforma educativa que apunta a la enseñanza bilingüe. En el proceso, varios tópicos de las polémicas se transforman en política de Estado y se colocan definitivamente como ejes de la reflexión intelectual y la producción artística paraguaya. El cambio cultural se da en paralelo con procesos sociales contemporáneos también trascendentales: la rabiosa urbanización y la imparable migración condicionan cambios tan notables en la dinámica histórica y en la escena literaria que exigen una indagación lúcida, dinámica y original. La “literatura ausente” constituye, sin duda, un firme aporte en ese sentido.
Para concluir, vale la pena repasar algunas apuestas centrales de la obra que la dotan de especial significación para los estudios literarios latinoamericanos contemporáneos. La tentativa central del libro revela una mirada sagaz y una ambición teórica evidente. La investigación se apoya en la elección del análisis del discurso como herramienta heurística y se proyecta hacia los campos de la historia intelectual, la literatura nacional y la teoría literaria. A la vez, se hace patente el diálogo con las problemáticas centrales de la literatura latinoamericana a través de la recurrente apelación a los trabajos de referentes críticos como Ángel Rama, Antonio Candido y Martín Lienhard. En función de la comprensión más específica de la sociedad y la cultura paraguaya y la narrativa de Roa Bastos, la constelación de autores se completa con figuras que merecen ser recuperadas por el pensamiento latinoamericano, tales como Darío Sarah, Bartomeu Melià, Ticio Escobar y Nora Bouvet.
Este repaso final sugiere que el libro de Benisz funciona como los primeros y firmes pasos de un proyecto de investigación más amplio, que puede retomar lo desarrollado y ahondar en sus aspectos menos explorados. Por ejemplo, en la superación de nociones como campo intelectual y transculturación narrativa o en fenómenos culturales paraguayos que vayan más allá del guaraní y las culturas populares. A la vez, la lectura del texto obliga a revisar ciertas cuestiones teóricas sensibles a la agenda descolonial y subalterna, tanto para resaltar coincidencias como para explicitar disensos. En definitiva, con su obra, Benisz no deja de posicionarse con sus planteos al interior de una demanda cultural todavía pendiente: la elaboración de una historia de la literatura paraguaya, necesariamente crítica y contemporánea. Y, tal como lo enfatiza el libro, también polémica.
Copyright & License
Este es un artículo publicado en acceso abierto bajo una licencia Creative Commons
Author
Facundo Gómez
Universidad de Buenos Aires. Buenos Aires, Argentina, Argentina