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in Revista Chilena de Literatura
El Cantar de los Cantares y la escritura medieval: Richard Rolle de Hampole (CA. 1300-1349)
Resumen:
En la primera parte de este ensayo se relevan algunas características de las tradiciones de lectura y de reescritura del Cantar de los Cantares durante la Edad Media. A partir de estas tradiciones, se explora la reelaboración que de ese texto bíblico realizó el místico inglés Richard Rolle (ca.1300-1349). Estas consideraciones nos llevan a concluir que el Cantar fue uno de los textos fundamentales en la exploración de la subjetividad y del amor entre sus lectores medievales, haciendo confluir de este modo las tradiciones interpretativas de rabinos y de lectores y exégetas cristianos.
“Ungüento derramado es tu nombre”
Cantar 1:3
“Abrí a mi amado, pero mi amado se había ido. El alma se me salió
a su huida. Le busqué y no le hallé, le llamé, y no me respondió.
7 Me encontraron los centinelas, los que hacen la ronda en la ciudad.
Me golpearon, me hirieron, me arrancaron mi manto los guardias
de las murallas. 8 Yo os conjuro, hijas de Jerusalén, si encontráis a
mi amado, ¿qué le habéis de anunciar? Que languidezco de amor”.
Cantar 5:6-8 1
En este ensayo se relevan algunas de las características de la lectura y de la reescritura del Cantar de los Cantares durante la Edad Media y se explora la reelaboración que de ese texto bíblico realizó el místico inglés Richard Rolle (ca.1300-1349).
Este trabajo tuvo su origen en una investigación sobre los principales hitos textuales en la historia de una devoción que está centrada en una imagen poderosa –la del corazón inscrito– y en particular, en la historia de la devoción del nombre de Jesús inscrito en el corazón de los creyentes 2 . En ese contexto, el libro del Cantar de los Cantares y, en particular, el versículo del Cantar 1:3, “ungüento derramado es tu nombre”, y sus lecturas medievales, derivó en otra búsqueda, la de las reelaboraciones medievales del Cantar, uno de los textos bíblicos más frecuentemente citados, glosados y comentados en una prolongada tradición teológica, doctrinal, litúrgica y literaria y que se extiende, como sabemos, mucho más allá del siglo XV.
El Cantar, que pertenece al grupo de libros sapienciales del Antiguo Testamento, sobre cuyo origen, datación y posibles interpretaciones han existido numerosos estudios 3 , es un texto en el que paradójicamente –al menos en apariencia– no se menciona el nombre de Dios; y fue justamente ese libro el que, se nos dice, fue considerado por los rabinos el libro más sagrado entre los que fueron entregados por Dios al pueblo de Israel. Y para Bernardo de Claraval (1090-1153), en su Sermón I, “solo la unción [del Espíritu] pudo inspirar un cantar como éste, y solo la experiencia puededesentrañar su sentido” (86) 4 .
Las interpretaciones alegóricas fueron, desde un comienzo, una guía para los lectores de este conjunto de cantos, que asumen la forma de un diálogo entre dos amantes, el Esposo y la Esposa, y es muy probable que su presencia en el canon haya sido posible gracias a la interpretación espiritual del Cantar, que se ha dado tanto en el ámbito de la exégesis judía como en la cristiana. De acuerdo a esta tradición, la figura de los esposos y la expresión de su relación amorosa funcionarían esencialmente como signo de la unión entre Iahveh y su pueblo, entre Dios y su Iglesia, entre Dios y María (Madre y Esposa a la vez), entre Dios y el alma individual. Por otra parte, la interpretación de las amigas y los amigos de los esposos que aparecen también en el Cantar ha propuesto una analogía de esos personajes con las figuras de la Iglesia y de la comunidad cristiana. Aparecerán también más tarde aquellas lecturas que ven en el Cantar una colección de cantos amorosos insertos básicamente en la tradición musical y ritual del Oriente Medio y el Egipto.
En la tradición cristiana, ya en Orígenes (ca. 185-253) en su Comentario y en sus Homilías, el Cantar aparece como una guía y fundamento para emprender un camino de unión con Dios (Orígenes 22-23) 5 . Para emprender este camino y para obtener buenos frutos del acercamiento al Cantar hay que estar preparado, ser capaz de superar también las primeras lecturas que despiertan los sentidos exteriores y que nos podrían desviar del “verdadero sentido” amoroso y religioso que se quiere enseñar; como bien sabemos, la justificación de la presencia de un texto en el canon bíblico fue desde un principio su posibilidad de ser enseñado y esta intención doctrinal se cumpliría ampliamente en las obras de Orígenes, San Bernardo y otros exégetas medievales.
Ya sea que la Esposa del Cantar fuera comprendida como el pueblo de Israel o que fuera interpretada más tarde como la Iglesia, o como María, o bien como el alma individual, (sobre todo a partir de los siglos XI y XII) 6 , lo cierto es que este texto se convirtió durante los siglos medievales en una fuente inagotable de enseñanzas, citas, glosas y de numerosas referencias intertextuales, tanto en latín como en las lenguas vernáculas, entre las que consideraremos los denominados Escritos Ingleses de Richard Rolle 7 . Y es interesante constatar la importancia de la exégesis del Cantar en el mundo monástico, un ámbito en el que quizás no esperaríamos un interés tan marcado por un texto de estas características. Gracias en buena medida a los estudios del dominico Jean Leclercq sobre el amor en el mundo monástico medieval 8 , podemos comprender mejor la importancia y las funciones de la enseñanza y la lectura del Cantar para las órdenes religiosas.
Es relevante recordar aquí también, como lo hace Duncan Robertson en su Lectio Divina, el camino recorrido a partir de la exégesis de Orígenes, si tenemos en cuenta la importancia de la Exposición de Gregorio el Grande (ca. 540-604) en su Comentario al Cantar (Robertson 170-172). Afirma San Gregorio que desde que el alma fue expulsada del paraíso por el pecado, peregrina ahora por la tierra sin capacidad de visión espiritual, sin sensibilidad para comprender el llamado de Dios. “Es por esa razón que en el libro del Cantar de los Cantares se habla del amor físico; para que así el alma sea tocada [frotada] y se tempere, saliendo de su letargo gracias a que escucha expresiones que le son familiares, y que sea exaltada desde el amor más bajo al amor más elevado. Por esa razón se nombran aquí los besos, así como los pechos, las mejillas y los muslos. El discurso sagrado no se trivializa [la descripción sagrada no se hace digna de burla] por el uso de esas palabras, y es en verdad la misericordia de Dios la que contemplamos” (Robertson 172) 9 .
Ya durante los siglos medievales, y tal como lo señalan tanto Leclercq como Robertson, las órdenes emergentes en el siglo XII, las de los victorinos, los premonstrateneses y los cistercienses, reclutaron a sus miembros entre grupos de adultos que, en muchos casos, tenían experiencia de la vida secular y de la literatura cortesana y amorosa; para ellos, el Cantar de los Cantares tendría una especial resonancia. Cuando San Bernardo explicaba a sus monjes el Cantar y los invitaba literalmente a “abrir sus mandíbulas” para comer el texto como si éste fuera un pan espléndido y sabroso, que hay que partir y compartir (Sermones 98-99) 10 , cada verso se podía convertir en una guía, un camino y una cantera de tesoros a la cual se vuelve una y otra vez, siguiendo a veces el camino de la explicación literal, a veces la alegórica y la moral, pero siempre volviendo a su literalidad, asegurando así su apropiación y su pertinencia cultural.
El Cantar enseñado por los monjes y para los monjes, se convirtió así en “el libro de la experiencia” 11 , un libro personal para cada lector, en la medida en que el diálogo amoroso se pudo asumir desde la voz de la protagonista, la voz de la mujer “negra pero hermosa” (4) que busca, espera y acoge a su amado. Como lo ha planteado Jean Leclercq, la búsqueda del amado, asumida como un camino de contemplación, debió ser uno los aspectos fundamentales de la lectura del Cantar en la experiencia los monjes medievales (Leclercq 84-86).
La afectividad característica de esa enseñanza del Cantar, y su énfasis en la experiencia, nos permite proyectar una reflexión sobre los orígenes medievales de las subjetividades modernas, y que debería tener en cuenta la alteridad (y la cercanía tal vez inesperada) de la experiencia mística en distintos contextos históricos y culturales 12 . En el ámbito medieval, específicamente, el “yo” de los autores místicos puede ser entendido esencialmente como un diálogo nupcial con Dios, tal como se experimentaría en la contemplación del Cantar de los Cantares. Por otra parte, el “yo” surge también a partir de una consideración del libro del Génesis: hombres y mujeres son una Imago Christi, una imagen de Cristo que está asociada a las palabras “A su imagen y semejanza los creó” (Génesis 1, 26-27) 13 . En este sentido se ha podido pensar que la centralidad de la Imago hacia el siglo XII se fundó en un renovado interés por la creación: la creación del hombre como imagen de Dios, y la creación de Cristo como imagen de Dios sobre la tierra, si pensamos en términos de la teología de la Encarnación 14 .
Por otra parte, como la voz inicial en el texto del Cantar es femenina, serán los propios exégetas los que irán llevando a sus auditores y lectores a una progresiva identificación con la Esposa (Robertson 193); en este sentido es posible hablar de una feminización de la voz mística: frente al otro, frente al Esposo, el Yo se expresa y se representa a sí mismo como mujer 15 . En definitiva, podemos pensar que en una exégesis tan influyente como lo fue la de San Bernardo en el ámbito monástico, la afectividad y la cercanía de las imágenes amorosas con la experiencia, permitieron que esas imágenes funcionaran como ‘señales’ que debían conducir al encuentro de la Esposa –del alma individual– con el Esposo, así como a la contemplación que solo se realizará con plenitud en otra vida 16 .
Hemos afirmado aquí que en el mundo monástico la afectividad de las interpretaciones y la imaginería amorosa no está limitada a los comentarios sobre el Cantar; las referencias a éste están también presentes en la liturgia 17 , en la poesía lírica religiosa y en las representaciones dramáticas de losrelatos bíblicos 18 . Por eso, desde el punto de vista de la historia literaria, y teniendo en cuenta que en los mismos siglos de la historia europea existió una importante tradición de poesía y narrativa cortesana centrada en “la aventura y el amor”, de acuerdo a las palabras de Reto Bezzola, y que fue también conocida en el ámbito monástico –y entre las mujeres letradas en general–, se puede afirmar que sin la exégesis y la reescritura del Cantar de los Cantares, la imaginería de la literatura medieval –religiosa y profana– sehabría visto notablemente empobrecida.
Quizás no está de más citar en este punto cuáles son aquellas palabras del Cantar a las que con mayor frecuencia volvieron una y otra vez los comentaristas cristianos: Orígenes, Gregorio de Nysa, Gregorio el Grande, Beda el Venerable, Bruno de Segni, Guillermo de Saint-Thierry, Honorio de Autun, Rupert de Deutz, Alain de Lille y San Bernardo, para mencionar solo a algunos de los comentaristas influyentes en la primera Edad Media 19 .
1 Cantar de los cantares de Salomón.
1:1¡Que él me bese con los besos de su boca!
Porque mejores son tus pechos 20 que el vino.
1:2 A más del olor de tus suaves ungüentos,
Tu nombre es como ungüento derramado;
Por eso las doncellas te aman.
1:3 Atráeme; en pos de ti correremos.
El rey me ha metido en sus cámaras;
Nos gozaremos y alegraremos en ti;
Nos acordaremos de tus amores más que del vino;
Con razón te aman.
1:4 Negra soy, hijas de Jerusalén, pero hermosa
Como las tiendas de Qedar,
Como los pabellones de Salmá.
1:5 No reparéis en que soy morena,
Porque el sol me miró. (Biblia Reina Valera 947)
El Cantar es, esencialmente y como sabemos, un diálogo entre una esposa y su esposo; la Esposa expresa su amor y su deseo con el versículo inicial, “¡Que él me bese con los besos de su boca!”, uno de los versículos más comentados y reelaborados por los exégetas; más adelante, y como está citado en nuestro segundo epígrafe, la Esposa da voz también a su lamento por el alejamiento del esposo y su búsqueda en la noche por las calles de la ciudad, expresando su dolor por las heridas que recibe; así envía un mensaje a través de las Hijas de Jerusalén, “qué le habéis de anunciar: que languidezco de amor” 21 .
Leemos también en el Cantar los versos del encuentro, en los que cada uno de los esposos canta la belleza del otro y el mutuo encantamiento amoroso. Las palabras que aluden a la belleza y a las cualidades de la esposa así como a la mutua posesión de los amantes pueden leerse, por ejemplo, en estos versículos:
4:12 Huerto eres cerrado, hermana mía, huerto cerrado, fuente sellada
4:13 Tus brotes un paraíso de granados
Con frutos dulces.
4:14 Nardo y azafrán, caña aromática y canela,
Con todos los árboles de incienso, mirra y áloe (Biblia Reina Valera 947)
……
6:3 Yo soy de mi amado, y mi amado es mío;
El apacienta entre los lirios. (Biblia Reina Valera, 949)
O también:
6:10 ¿Quién es ésta que se muestra como el alba,
Bella como la luna,
Refulgente como el sol,
Imponente como un ejército formado en batallones? (Biblia Reina Valera 949)
El diálogo y el cantar culminarán con la visión de la Esposa que sube desde el desierto y con los versos en los que se manifiesta la potencia del amor más fuerte que la muerte:
8:5 ¿Quién es ésta que sube del desierto,
Recostada sobre su amado?
Debajo de un manzano te desperté;
Allí tuvo tu madre dolores,
Allí tuvo dolores la que te dio a luz.
8:6 Ponme como un sello sobre tu corazón, como una marca sobre tu brazo;
Porque fuerte es como la muerte el amor;
Duros como el Seol los celos;
Sus brasas, brasas de fuego, fuerte llama.
8:7 Las muchas aguas no podrán apagar el amor,
Ni lo ahogarán los ríos. (Biblia Reina Valera 950)
“PORQUE LANGUIDEZCO DE AMOR”: RICHARD ROLLE
Richard Rolle, llamado ‘El ermitaño de Hampole’ (ca. 1300-1349), vivió en la región de Yorkshire, donde su culto floreció a lo largo de varios siglos, a pesar de que nunca fue canonizado. Tuvo que abandonar sus estudios en Oxford por razones que no son conocidas, y sus numerosas obras, escritas tanto en latín como en inglés, forman parte de la renovada tradición de la escritura de los anacoretas y del desenvolvimiento de la devoción marcada por la afectividad que conocemos a partir del siglo XII, especialmente en relación con la escritura de los cistercienses y de San Bernardo (Minnis 70) 22 . En este contexto se pueden comprender sus escritos, de los cuales se conocen una veintena de composiciones: tratados exegéticos, cartas, poemas y textos autobiográficos. Rolle fue uno de los autores místicos más leídos e influyentes en la Inglaterra medieval, así como también en el Continente, y sus obras se han conservado en más de quinientos manuscritos (McGinn 39) 23 .
Desde su reclusión, Richard Rolle sostuvo una relación pastoral con mujeres religiosas de su entorno y, en particular, con la reclusa Margaret
Kirkeby. A ella dedicó uno de sus ‘escritos ingleses’, The Form of Living, en el cual encontramos una expresión muy clara de su devoción a Jesús y a su nombre 24 , y desarrolla asimismo una reflexión muy compleja sobre el amor, como en el resto de sus obras.
A partir del capítulo 7 de The Form of Living, en particular, desarrolla su visión del amor místico en sus diversos grados: el grado insuperable, el grado inseparable y el singular, el más elevado de todos. Recomienda reiteradamente a Margaret que se mantenga en constante oración. En el capítulo 8 explica las características del grado más alto del amor; en ese estado singular, explica Richard Rolle, el alma solo piensa y desea y respira con Jesús (The Form 171). En el capítulo 9 se describe la potencia del mismo nombre y su efecto en los sentidos del oído y del gusto:
Y cuando hables con Él usando el nombre acostumbrado de Jesús,
[ese nombre] será alegría en tus oídos, miel en tu boca y melodía en
tu corazón . . . Si piensas continuamente en el nombre de Jesús y te
atas a él devotamente, te limpiará del pecado e inflamará tu corazón;
iluminará tu alma, apartará sus turbulencias y eliminará su letargo;
herirá tu alma con el amor y la hará sobreabundante en ese amor;
alejará al demonio y eliminará el terror, abrirá el cielo y creará un/a
místico/a. Mantén a Jesús en tu mente, porque él expulsará toda
maldad y engaño en su amante,; y saluda a menudo a María, día y
noche. Grande será el amor y la alegría si actúas de acuerdo con esta
instrucción. No es necesario que desees tener muchos libros: abraza
el amor en tu corazón y en tus actos y poseerás todo aquello sobre
lo que podemos hablar o escribir [en los libros] 25 (173)
En el contexto específico de su lectura y reescritura del Cantar, y teniendo en cuenta que, después de su Form of Living, Rolle escribió un Comentario a los primeros versículos de este texto (Astell 112), me interesa aludir aquí a otra de sus obras más influyentes, el Incendium Amoris, del cual se conservan 28 manuscritos y que fue probablemente compuesto en la misma época que el Comentario. También en esta obra, así como en su Melos Amoris y Ego Dormio 26 , se puede decir que el tema central es la unión amorosa con Dios y sus etapas; el título completo de su primer capítulo es indicativo en ese sentido: De conversiones hominis ad Deum, et que adyuvante et que impedium eius conversionem 27 . Por otra parte, como lo describe Nicholas Watson en su importante libro sobre el pensamiento y la escritura de Rolle, éste habría desarrollado paulatinamente una doctrina sobre el amor: el amor es fervor, es dulzura y es canto (fervor, dulcor, canor) 28 . Para Watson, el foco de una obra como Incendium Amoris estaría centrado en el fervor, así como los temas centrales de Contra Amatoris Mundi, Super Psalmum Vicesimum y Super Canticum Canticorum serían la vida contemplativa y el dulcor. Por último, el tema del canor estaría presente de manera preeminente en su Melos Amoris, una obra en la cual el canto es la forma superior de la relación amorosa con Dios, y es progresivamente más clara la identificación del místico con la Esposa del Cantar.
La identificación de la Esposa como figura femenina del alma, la integración cada vez más consciente y completa de cuerpo y alma, de los sentidos
corporales y espirituales, de lo alto de lo bajo, parecen haber permitido también que Rolle dejara atrás sus primeros temores, cuando escribía de las mujeres situándolas en los polos de María o de Eva, la gran tentadora 29 . En su Incendium Amoris, un tratado escrito en latín y que es al mismo tiempo una autobiografía espiritual, aparece todavía en los primeros capítulos la advertencia sobre los peligros que para un ermitaño representan las mujeres; sin embargo, lo más relevante para nuestro propósito es cómo su autor se identifica como enamorado de Cristo en términos cercanos al lenguaje del Cantar, además de las abundantes citas de ese texto que están presentes junto a los Salmos, el Eclesiástico, el Eclesiastés y otros.
Del capítulo 14, que trata entre otros de en qué consiste el amor de Dios, cito estas palabras que resumen su ya mencionada síntesis del amor: “el
sumo amor de Cristo consiste en tres cosas: en el fervor, en el canto y en el dulzor”( Incendium 185). En el cap. 16, leemos: “[Señor mío Jesucristo]…tú eres mi tesoro… tú eres el término del sufrimiento, la meta del trabajo, el inicio del fruto, la puerta de la alegría… por este amor languidezco, por este amor deseo morir, por este amor me enciendo” (192).
Y en el capítulo 17, luego de describir su amor por Jesús como un impulso, un ardor y un languidecer sin medida, menciona textualmente las bien
conocidas palabras de la Esposa del Cantar: “Porque languidezco de amor”, [quia amore langueo], (Cantar 56-8); un poco más adelante, encontramos también una glosa del Cantar en esto términos: “ [En cuanto al incendio del amor divino y sus heridas] se dice: “Porque estoy herida de amor” Cantar 2 5) y “Ponme como un sello sobre tu corazón” (Cantar 8:6), y se pregunta finalmente: “¿qué es el amor sino la transformación en la cosa amada?” (194-195) Así también encontramos frecuentes referencias al Cantar en su Melos Amoris: el “beso de amor” (Cantar 1:1); la “herida de amor” (Cantar 4:9); el “languedecimiento de amor” (Cantar 2:5), y la “ebriedad del amor” (Cantar 24, y 5:1) 30 .
La presencia del Cantar de los Cantares en ésta y en las demás obras de Richard Rolle es sin duda muy relevante, como ya hemos mencionado, y si
bien se pudo afirmar en el pasado que su autor no fue sino un principiante en la experiencia mística (Knowles 53) 31 , la crítica más reciente ha afirmado, en cambio, su importancia en la historia de la escritura mística y en la representación de una subjetividad medieval, tal como la desarrollan Nicholas Watson y Denis Reveney en sus estudios sobre la obra de Richard Rolle.
También es necesario considerar que en este autor y místico, un ermitaño de Yorkshire que vivió distante de las grandes órdenes tradicionales y que estuvo alejado de los centros del saber universitario, se cumple sin duda el objetivo de los grandes exégetas anteriores, es decir, el lograr que la lectura y el conocimiento directo, la experiencia del Cantar, los condujera a él y a sus lectores por un camino de encuentro con el amor divino.
En conclusión, pienso que en el caso específico de Rolle, la lectura y la reelaboración del Cantar poseen múltiples dimensiones que van más allá de
las citas o del comentario exegético; entiendo también que su escritura está marcada por la fuerte afectividad de la devoción medieval tardía y por el carácter esponsal de la relación amorosa con Dios, propia de tantos autores que, mediante la escritura, vivieron el proceso de elaboración de este modelo de experiencia y lo transmitieron a sus lectores contemporáneos y más recientes. Una consideración sobre las características de los destinatarios medievales de los escritos de Rolle va más allá de los alcances de este ensayo, pero como Bernard McGinn afirma, es muy posible que él haya estado consciente de la amplitud de su recepción, durante los aproximadamente veinte años en los que se concentró en la composición de su obra; no solo escribió en latín y en inglés, sino que sus obras en una y en otra lengua fueron a su vez traducidas al latín o al inglés respectivamente. Es muy posible que los lectores más letrados, capaces de leer sus obras en latín, hayan experimentado la necesidad de difundirlas a un público más amplio, además de las mujeres religiosas del entorno de Rolle (McGinn 343).
La presencia del Cantar en la historia de la mística y de la subjetividad religiosa es indudable, como puede constatarse en los textos devocionales y
literarios en general, tanto medievales como modernos. Sus interpretaciones concretas y su reelaboraciones suelen ser menos conocidas y, en este sentido, creo que la figura de Rolle es relevante en cuanto se trató de un hombre que se inició en un camino espiritual guiado por sus propias lecturas, por su experiencia inicial de una vida secular y luego eremítica, y que en la escritura de sus obras y gracias a la difusión que ellas tuvieron, realizó una notable síntesis de su experiencia personal y de su relación con Cristo, así como de amistad y cercanía con las mujeres religiosas de su entorno. Y en ese testimonio se manifiesta la importancia mayor de la lectura, la contemplación y la reescritura del Cantar, que se hace también presente en la gran literatura mística de siglos posteriores.
Para concluir, y volviendo al origen del Cantar de los Cantares, es relevante recordar las palabras que en la Misná y en el contexto de una discusión sobre la limpieza de las manos, se atribuyen al gran rabino Akiba, quien vivió entre la segunda mitad del siglo I DC y la primera mitad del siglo II DC: “Ningún día es tan santo como el día en el que el Cantar de los Cantares fue dado por Dios a Israel, porque todas las escrituras son santas, pero el Cantar de los Cantares es el Santo de los Santos” (Misná 1075) 32 .
Resumen:
“PORQUE LANGUIDEZCO DE AMOR”: RICHARD ROLLE