in Comunicación y Medios
El rol de fact-checkers de los influencers españoles de la alimentación en Instagram
Resumen:
Este artículo investiga la proliferación de las fake news en las redes sociales y la creciente preocupación por la alimentación. El objetivo es analizar la actividad de los nutricionistas españoles de referencia como verificadores de noticias en Instagram. Tras la elección de 9 nutricionistas instagrammers, mediante la técnica de web scraping se extrajeron 2.100 comentarios, entre el 1 de enero y el 30 de junio de 2019. A continuación, se procedió a su clasificación mediante un análisis semántico no supervisado y posteriormente se extrajeron los posts relacionados con falsedades (el 3,9%). Los resultados reflejan que estos influencers de la alimentación ejercen una labor de fact-checking en Instagram de bajo perfil, sin aprovechar el potencial de los recursos audiovisuales. No obstante, esta labor de verificación les permite potenciar una imagen independiente de las marcas comerciales y, paralelamente, construir comunidad con sus seguidores.
1. Introducción
El aumento de la oferta informativa sobre la alimentación ha discurrido en paralelo al interés y a la preocupación por la comida (Autor, año; ComScore, 2018) y, en concreto, por una dieta saludable (Vasconcelos et al., 2021 ). En su conjunto, es un nuevo interés social mostrado por la ciudadanía a lo largo de los últimos años.
La Sociedad Española de Nutrición Comunitaria 1 , a través del grupo de Nutrición Basada en la Evidencia, se ocupa de realizar revisiones sistemáticas de la literatura tanto en castellano como en inglés sobre aquellos aspectos de la nutrición clínica y comunitaria prioritarios. La alimentación y su relación con la comunicación también ha suscitado el interés de los académicos. Desde otra perspectiva, ya en el año 2000, el Libro Blanco de la Seguridad Alimentaria, presentado por la Comisión Europea, dedicó un capítulo íntegro a la calidad de la información que recibe el consumidor, un enfoque que concede a los medios de comunicación un papel principal.
El ciudadano siente mayor necesidad de ser guiado, sobre todo, ante la estrecha relación establecida entre alimentación y salud. Han emergido con fuerza las figuras de nutricionistas, periodistas especializados (Marauri-Castillo et al., 2020 ) o “comunicadores de la salud” (Krishna & Thompson, 2019) que alternan su labor informativa en los medios tradicionales o en blogs y en las redes sociales y que suscitan el interés de los internautas, cuyas actividades más frecuentes en la red son leer noticias, navegar en las redes sociales y buscar información sobre temas de salud (Fundación Telefónica, 2017, pp.103-104).
Aproximadamente el 33% de las fake news que se viralizan por las redes está relacionado con la salud, y un importante porcentaje tiene que ver con la alimentación ( Mariscal, 2020 ). La Guía de los Bulos en Alimentación 2 , de 2019, elaborada por expertos médicos en el área de la nutrición, se encargó de desmontar algunas de las falsedades más comunes relacionadas con alimentos supuestamente cancerígenos, infectados o peligrosos, el azúcar de las frutas, menús contra el sobrepeso y para diabéticos, los “superalimentos” o estrategias de marketing, etc. El Estudio sobre Bulos en Salud 3 , una encuesta a profesionales españoles de ese ámbito que ha conocido ya dos ediciones, en 2019 y 2020, planteó que la alimentación es uno de los temas de salud sobre los que circulan más bulos; al menos, así lo creía el 57% de los encuestados.
Tres años antes, el Observatorio de Comunicación Científica de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona creó la web Nutrimedia con el objetivo de evaluar de forma científica la confianza que merecen los mensajes de alimentación y nutrición que se publican en los mass-media y en las redes sociales (Nutrimedia, 2017). Las redes sociales y los diarios digitales han ampliado la oferta informativa y, paralelamente, se han multiplicado las campañas de desinformación sobre cuestiones tan variadas como el cambio climático, la inmigración, la salud o la alimentación ( Bigas, 2019).
La pandemia del Covid-19 también ha servido de caldo de cultivo de la desinformación. Durante la primera semana de abril de 2020 se detectaron más de medio centenar de fake news y alrededor de 1,5 millones de cuentas creadas para su difusión, según datos del Gobierno español ( Roldán, 2020). La Organización Mundial de la Salud alertó sobre una infodemia –multiplicación de informaciones falsas– en paralelo a la propagación del virus.
Las plataformas sociales más masivas como Facebook, Instagram, Twitter o Google aseguran que han adoptado medidas para mitigar la exposición de sus usuarios a contenidos sin verificar. Sin embargo, las redes sociales continúan siendo una de las mayores fuentes de difusión de fake news ( Zilles, 2019).
1.1. Fact-checking
Gueham ( 2017) comprobó que la detección de noticias falsas en los medios sociales, con el objetivo de evitar o mitigar los efectos de su proliferación se ha convertido en un objeto de investigación emergente que está atrayendo una enorme atención ( Echevarría, 2016 ; Ufarte-Ruiz et al., 2018). La localización de este tipo de contenidos en los medios sociales presenta características y desafíos únicos que hacen que algunas investigaciones propongan, para combatir esta situación, soluciones de minería de datos (Shu et al., 2017 ), de carácter colaborativo (crowdsourcing), abriendo el proceso de evaluación de los contenidos a los usuarios de las redes y permitiéndoles calificarlos según su criterio y decidir si les otorga o no credibilidad ( Pauner-Chulvi, 2018 ); o soluciones basadas en procedimientos automáticos y el desarrollo de algoritmos (Shao et al., 2018), ya que hay estudios que evidencian que los materiales informativos elaborados mediante inteligencia artificial resultan más creíbles que los elaborados por humanos (Túñez-López, Toural-Bran & Cacheiro-Requeijo, 2018). Además, junto a los intereses de quienes propagan las falsedades, la credibilidad que generan estas se agrava por el sesgo de confirmación, un factor subjetivo que impulsa a la audiencia a creer únicamente las noticias que coinciden con sus ideas ( Wason, 1960 ).
Frente a este peligro de desinformación ha surgido el fact-checking (Conroy, Rubin & Chen, 2015), una actividad periodística basada en la comprobación a posteriori de informaciones publicadas por los medios de comunicación y en la verificación de las declaraciones o comentarios realizados por líderes políticos o personajes relevantes con alto grado de credibilidad ( Choi, 2015 ). Graves (2013 ) aclara que estos verificadores de hechos son también participantes activos en un ecosistema de noticias emergente y la autoridad se construye a través de redes discursivas de los medios de comunicación y los actores políticos.
Esa actividad de comprobar información la han asumido las plataformas de verificación de noticias, conocidas como fact-checkers. La principal organización es la International Fact-checking Network 4 (IFCN), fundada en 2015. En España existen cuatro plataformas acreditadas por la IFCN 5 : Maldito Bulo.Maldita.es, Newtral, EFE Verifica y Verificat. Otras plataformas conocidas son El Tragabulos, B de Bulo, El Objetivo o La Chistera. En el campo de la alimentación, Salud sin Bulos ha sellado colaboraciones con organizaciones como la Sociedad Española de Dietética y Ciencias de la Alimentación ( Mariscal, 2020 ).
Aunque todavía no existe un consenso universal sobre el término fake news, son muchos los estudios que abordan el problema (Berkowitz & Schwartz, 2016; Zilles, 2019). Para esta investigación hemos optado por adoptar el término fake news, como sinónimo de falsedad o desinformación, definido como el contenido que no hace referencia a la realidad o la maquilla (Bhaskaran, Mishra & Nair, 2017; Ramírez-de-la-Piscina, Peñafiel-Saiz & Goikoetxea-Bilbao, 2020) a pesar de que la Comisión Europea y la Unesco optan por el más genérico de desórdenes informativos (Ireton & Posetti, 2018, p. 44). Otro nombre, que evita el anglicismo es bulo, que designa, según la RAE, toda “noticia falsa preparada con algún fin”. Magallón (2019) expone el término unfaking news, alrededor del cual se pueden englobar las expresiones fake news, disinformación , misinformation, false stories o false news.
Hoy día este fenómeno afecta a multitud de dimensiones sociales (Bolton & Yaxley, 2017): al sistema político, las relaciones internacionales, las políticas públicas sobre el cambio climático o cuestiones relacionadas con la salud, “como es el caso de los mensajes divulgados por el movimiento contrario a las vacunaciones” (Salaverría et al., 2020, p.3).
1.2. Instagram
Instagram nació en el año 2010 como una aplicación para Iphone que permitía compartir imágenes a las que los usuarios les añadían filtros. Fue adquirida por Facebook en 2012 por mil millones de dólares. Su crecimiento en España se acelera desde 2015. El Estudio Anual de las Redes Sociales 6 señala que, en 2019 y 2020, Instagram es la segunda red más conocida, solo por detrás de Facebook. En tercer lugar está Twitter.
La decisión de convertir Instagram en la red social objeto de estudio se apoya también en informes como el que cada año publica la Interactive Advertising Bureau 7 , la principal asociación del sector de la publicidad y la comunicación digital en España. En 2015, el 26% de los usuarios encuestados afirmaban conocer y/o visitar Instagram. Cuatro años después, en 2019, el estudio refleja que Instagram es la segunda red social con mayor reconocimiento espontáneo (el 69% de los encuestados, solo superada por Facebook, el 94%).
En este ecosistema de las redes sociales emerge la figura del influencer, una versión moderna del líder de opinión tradicional y, paralelamente, una herramienta de marketing cuyo valor reside en saber combinar sus labores de prescriptor con el cuidado y la gestión de su marca personal en un espacio tan propicio como el de las redes sociales (Fernández-Gómez, Hernández-Santaolalla & Sanz-Marcos, 2018).
No parece casual que sea precisamente Instagram la segunda red social más utilizada para seguir a influencers, entendidos estos como líderes de opinión gestados en Internet y, de forma particular, en las redes sociales, con capacidad de prescripción sobre una comunidad cada vez más amplia (Establés, Guerrero-Pico & Contreras-Espinosa, 2019, pp. 220-221) y considerados una fuente calificada (Byrne, Kearney & MacEvilly, 2017) que los convierte en formadores de opinión (Oliveira-Mota et al., 2019 ). El influencer busca solidificar los lazos con esa comunidad para reforzar su marca personal (Brems et al., 2016 ).
Estos lazos de fidelidad entroncan con un concepto difuso como es el engagement, que también se identifica con significantes como compromiso, interacción o participación (Marauri-Castillo et al., 2021 ) y que se sitúan en la frontera entre el periodismo, el marketing y la publicidad. Esta forma de interacción se realiza mediante un proceso de cocreación entre cliente, comunidades, marca y empresa (Vivek, Beaty & Morgan, 2012). En el caso de Instagram, la materialización más evidente, y cuantificable, de la interactividad y la cocreación entre seguidores y seguidos se visualiza en el número de “me gusta” y de comentarios.
El interés de nuestra investigación toma mayor importancia después de que no se hayan encontrado investigaciones relevantes sobre la verificación de noticias en las redes sociales por parte de los nutricionistas. Hasta ahora, la temática de las investigaciones sobre Instagram se ha centrado en la educación, la salud, el análisis de usuarios, marketing, la comunicación política, la adicción o el análisis de los influencers (Figuereo-Benítez, González-Quiñones & Machin-Mastromatteo, 2021). En el caso de los influencers, se ha focalizado en el perfil de los instagrammers y su relación con las marcas.
2. Objetivos e hipótesis
Los objetivos planteados para esta investigación son:
O1. Identificar los comentarios sobre fake news de los nutricionistas españoles de referencia y clasificarlos según su temática y tipología.
O2. Determinar los formatos utilizados en la verificación de noticias.
O3. Relacionar el engagement con el contenido de los comentarios.
A partir de estos objetivos se plantean las siguientes hipótesis:
H1. Las fake-news son un nicho de interés para los nutricionistas.
H2. El engaño y la propaganda son los tipos de fake más habituales.
H3. Los formatos audiovisuales son los más utilizados en la labor de verificación.
H4. Los influencers ejercen una labor de fact-checker basada en su propio conocimiento de la cuestión alimentaria, en lugar de recurrir a plataformas reconocidas de fact-checking.
H5. El engagement se incrementa cuando los contenidos afectan a grandes marcas de la alimentación.
3. Metodología
El universo de análisis contiene los posts publicados por nueve nutricionistas de referencia entre el 1 de enero y el 30 de junio de 2019. El periodo elegido es justo el previo al comienzo de una investigación en la Universidad del País Vasco – Euskal Herriko Unibertsitatea (UPV-EHU) sobre la nutrición en los diarios digitales y redes sociales. El trabajo que aquí se presenta corresponde al análisis de las redes sociales.
La selección de los nueve nutricionistas se ha realizado tras un primer filtrado en el que se ha procedido a identificar a las personas más destacadas dentro del ámbito de la nutrición en España en las redes sociales. Para este fin, se ha combinado el uso de buscadores, en los que se han utilizado, entre otros, el concepto “nutricionista” y el seguimiento exhaustivo de las informaciones sobre alimentación de los principales diarios digitales a lo largo de 2018. Se ha valorado el número de seguidores, sus apariciones en los medios y el género. El resultado ha concluido con la selección de los siguientes instagrammers:
Carlos Ríos (@carlosriosq; 1,4 millones de seguidores).
Aitor Sánchez (@midietacojea; 241.000 seguidores).
Lucía Martínez (@dimequecomes; 132.000).
Julio Basulto (@juliobasulto_dn; 29.000).
Juan Revenga (@juan_revenga; 22.200).
Virginia Gómez (@dietistaenfuercida; 58.000).
Miguel Ángel Lurueña (@miguelangellurueña; 33.400).
Victoria Lozada (@nutritionisthenewblack; 280.000).
Juan Llorca (@juanllorca; 382.000).
La extracción de sus posts se llevó a cabo mediante la técnica de web scraping (Kouzis-Loukas, 2016). De cada uno de los mensajes, se recuperaron datos identificativos clave (cuenta analizada y fecha de publicación), el texto íntegro que acompaña a la imagen y datos sobre engagement (likes del post). A continuación, se procedió a su clasificación mediante un análisis semántico no supervisado. En una segunda fase, se establecieron categorías que agrupan los temas inducidos en la primera fase, para delimitar y optimizar la investigación (Nida, 1975).
El proceso de extracción concluyó con el rescate de 2.100 posts, distribuidos en ocho categorías: alimentación saludable; alimentación infantil; promoción; comida insana/basura/ultraprocesados; alimentación vegana/vegetariana; prescripción; menús y recetas; y personal.
El universo del análisis son esos 2.100 posts. De este conjunto, el codificador procedió a identificar aquellos en los que el influencer se refiere a fake news, y el resultado fue de 81 posts (3,86%). Para esta recopilación se han considerado todo tipo de vocablos utilizados por los influencers y relacionados con las falsas noticias. También expresiones referidas a creencias u otras que de forma indirecta aluden a las noticias falsas: “No lo uses como excusa para pedirte otra, pero un estudio indica que el consumo moderado de cerveza ayuda a la digestión” (Carlos Ríos, abril de 2019); “No hay más preguntas, señoría” (Julio Basulto, mayo de 2019). Esta última frase precede a un estudio que relaciona la ingesta de bebidas alcohólicas y la mortalidad cardiovascular. En otros casos el influencer enuncia directamente el engaño: “Las semillas de albaricoque no curan el cáncer y pueden ser muy peligrosas” (Miguel A. Lurueña, junio 2019).
Tras esta exploración y la extracción de las 81 publicaciones se procedió a realizar un análisis de contenido de todas ellas (Igartua, 2006; Bardin, 2002; Krippendorff, 1997).
Tras valorar las fichas utilizadas en investigaciones previas sobre Instagram en el campo de la nutrición (Inan-Erokglu & Buyuktuncer, 2018), se elaboró un libro de codificación, que recoge la definición de estas siete variables, excluyentes (si concurren dos variables se codifica la principal): 1. instagrammer, 2. comida, 3. temática, 4. tipo de fake news, 5. forma de fake news, 6. tipo de verificación y 7. formato de verificación. Se han definido así:
Instagrammer: refiere al nombre del generador del comentario, de entre la lista de los 9 influencers seleccionados.
Comida: se recoge si la labor de verificación corresponde o no a una noticia relacionada con la alimentación.
Temática: distingue los contenidos según las cuestiones que tratan.
alimentación saludable: comentarios sobre la comida beneficiosa o perjudicial, sus propiedades, forma de ingesta, dietas, etc. –excluyendo los referidos a los apartados b) y c).
alimentación infantil: el sujeto de la información son los menores de edad.
comida insana/basura/ultraprocesados: comentarios sobre este tipo de comida.
alimentación vegana/vegetariana: alimentos de origen vegetal.
promoción: se informa de actividades públicas en las que toman parte los influencers.
prescripción: se recomienda directamente el consumo de un alimento.
menús y recetas: se incluyen ideas y formas de preparación de alimentos.
personal: actividades del influencer ajenas a la alimentación.
Tipo de fake news: Para su definición se ha reparado en trabajos previos (Tandoc, Lim & Ling, 2017) y en investigaciones en las que se refiere a formas de desinformación (Wardle & Derakhshan, 2017). En otros estudios se opta por el término bulo (Salaverría et al., 2020). Tal y como comentan Salaverría et al. ( 2020), la clasificación de Wardle y Derakhshan, que incluye siete modalidades, mezcla cuatro que son propiamente tipos (“satire or parody”, “misleading content”, “imposter content” y “fabricated content”) con tres que son procedimientos desinformativos (“false connection”, “false context”, “manipulated context” (Wardle & Derakhshan, 2017, p. 17).
Este listado difiere de la tipología que presentan Tandoc, Lim y Ling ya que estos, junto a los contenidos satíricos y las falsificaciones de información (“news parody”, “news satire”, “news fabrication”, “photo manipulation”), añaden material de publicidad y propaganda (“advertising and public relations”, “propaganda”), cuyo propósito es la persuasión.
El equipo de Salaverría plantea cuatro tipos: bromas, exageraciones, descontextualizaciones y engaños (Salaverría et al., 2020, pp. 12-13).
Para esta investigación hemos definido cinco tipos de fake news:
Propaganda: se falsean datos para promocionar un producto.
Engaño: los hechos generados son íntegramente falsos y se publican al estilo de la información elaborada por los medios de comunicación de referencia.
Exageración: es un discurso que tiene trazas de verdad, pero atraviesa el límite de lo verdadero para convertirse en una mentira para tratar de obtener la atención de la audiencia —clickbait— (Rubin, Chen & Conroy, 2015).
Descontextualización: la información se ofrece fuera de su contexto, de tal forma que se entiende de forma errónea.
Manipulación de imágenes: generación de narrativas falsas a partir de la alteración de fotografías o vídeos.
Forma de fake news: directa o indirecta. Indica si la noticia falsa, objeto de verificación, es una información recientemente publicada (localizada, por ejemplo, en un periódico o en una cuenta de una red social) o si se refiere a una creencia generalizada, por ejemplo: “el mito de los pesticidas en las fresas” (Carlos Ríos, marzo de 2019).
Tipo de verificación: propio o ajeno. Se refiere a si es el propio influencer quien desmiente con un post propio la fake news o si recurre (mediante enlaces, capturas de imágenes, etc.) a un tercero, por ejemplo, una plataforma de fact-checking (Maldito Bulo, etc.), un artículo científico o una publicación en redes sociales de otro nutricionista.
Formato de verificación: indica el formato (texto, video, infografía, otra red social, etc.) en el que el influencer presenta el desmentido, independientemente de que se trate de una fake news directa o indirecta. Evidentemente, el desmentido siempre está localizado en el post de la cuenta de Twitter del influencer. Se trata de diferenciar si el peso de la acción de fact-cheking se lleva a cabo con la fotografía, el texto que la acompaña, si existe un vídeo, una infografía, si se replica información de la cuenta de una tercera persona, si se incluye un enlace a un artículo científico o a una página web ajena etc.
Se procedió al cálculo de la fiabilidad intercodificador con un 20% de la muestra entre el codificador principal y un segundo codificador, entrenado previamente. De media se obtuvo un 0,80 en el coeficiente de Kappa Cohen.
4. Resultados
Del total de posts (2.100) publicados en los seis primeros meses de 2019 por los nutricionistas seleccionados para esta investigación, el 3,9% se refieren a falsas informaciones, recogidas en sus cuentas y que previamente se han publicado en otros medios o son creencias falsas que estos influencers tratan de neutralizar. El influencer nutricionista más activo en Instagram es Julio Basulto. Repite esa primera posición cuando se computan las publicaciones relacionadas exclusivamente con las fake news. No obstante, Miguel A. Lurueña, el segundo más activo en entradas sobre falsedades, presenta un porcentaje de este tipo de textos (10,6%) superior al de Basulto (2,7%), con relación a sus propios posts. Carlos Ríos, el nutricionista con mayor número de seguidores en las redes sociales, ocupa la tercera posición. Estos tres nutricionistas copan el podio tanto en el total de posts como en los referidos sólo a fake news.
Entre el resto de los nutricionistas seleccionados, solo Aitor Sánchez mantiene una preeminencia elevada, con siete posts sobre fakes entre el centenar que publicó en Instagram en el periodo analizado. Juan Llorca tiene una aparición residual y el resto de los seleccionados no practica el fact-cheking en Instagram.
4.1. Temáticas
Alimentación saludable es la temática más habitual de los nutricionistas en Instagram, aunque su prevalencia es mayor en el conjunto de los posts que en aquellos referidos exclusivamente a fake news. La mayor diferencia entre esos dos conjuntos (Tabla 3) se produce en la categoría de comida insana / basura / ultraprocesados, mucho más frecuente cuando el estudio se limita a los comentarios sobre desinformación. Hay un segundo grupo de temáticas que conserva una proporción similar en ambos grupos: Promoción y alimentación infantil —suben ligeramente en el apartado sobre fakes— y alimentación vegana / vegetariana —algo más habitual en el apartado general.
En un tercer grupo se sitúan las categorías de personal, que sufre un descenso acusado —al comparar el dato total y el correspondiente a fake news— y, por último, prescripción y menús y recetas que, si bien tampoco son muy habituales de forma genérica, en el apartado referido a fake news simplemente desaparecen.
4.2. Tipos de fake news y ámbito geográfico
El tipo de fake news más habitual es el engaño. “Nunca he trabajado para Catering Naranjo” (Aitor Sánchez, en respuesta a un colaborador del programa de Alberto Chicote, en TVE). Aparece en casi la mitad de las codificaciones. Además, se han detectado otras dos formas de fake news: la propaganda y la descontextualización, con una ligera mayor frecuencia de la primera. Entre las tres copan todos los comentarios sobre fake news de los nutricionistas seleccionados. Ni la exageración ni la manipulación de imágenes aparecen entre las noticias falsas seleccionadas por los influencers.
Respecto a la forma de las fake news, casi las dos terceras partes son creencias (fake news indirecta) que se expande de forma habitual por la red. Por lo tanto, algo menos de una tercera parte se refiere directamente a una noticia o una opinión publicada en un medio de comunicación o en una red social (fake news directa). Es decir, no se trata, en la mayoría de los casos, de una respuesta inmediata a una fake sino que el objetivo es tratar de mitigar el proceso de desinformación generado durante tiempo por creencias que terminan por convencer a parte de la población (“El plátano no estriñe”, Julio Basulto).
El ámbito geográfico más próximo es el nacional. También es consistente el grupo de comentarios sin ninguna referencia de localización. En cambio, los de carácter internacional son poco habituales. En relación con el tipo de verificación (propio o ajeno), que concreta si el contenido que sirve para desmontar la falsedad (fact-cheking) es generado por el influencer o por un agente externo, el estudio demuestra que, en la mayoría de los casos, el material es de cosecha propia y son menos las ocasiones en las que los nutricionistas recurren a contenidos de terceros, como artículos científicos o plataformas consolidadas de fackt-checking.
4.3. Formatos de fake news
El formato de verificación más utilizado por los influencers en Instagram es el texto, escrito por ellos mismos en esta red social. Se trata, habitualmente, de un texto de no más de un párrafo, en el que niegan la fake y exponen un breve argumento para neutralizarla. Hay que especificar que este resultado se refiere exclusivamente al formato en el que se realiza la verificación en sí, aunque la previa recepción y denuncia de la falsedad se haga mediante una fotografía.
Luego del texto, el blog y el video son, respectivamente, las siguientes fórmulas más utilizadas. En el primer caso, son blogs del dominio del propio influencer, que utiliza Instagram para reconducir su audiencia hacia un producto más elaborado, como son los textos en su bitácora personal. Los videos, en la mayoría de los casos, se reproducen a través de enlaces a YouTube y presentan una escasa calidad en su producción, sin mayor atractivo que el nutricionista, en primer plano o plano americano, exponiendo su opinión. “Para saber más, teclead en YouTube: ¿es sana esa `copita de vino´ diaria?” (Basulto, 2019). Los artículos de prensa incluyen, en su mayoría, entrevistas a los influencers, o textos escritos por ellos mismos. Julio Basulto, por ejemplo, es un colaborador habitual de elpais.es: “No, la dieta no cura tumores” (5-5-2019).
Los enlaces desde Instagram a Twitter son otro formato recurrente para ejercer la verificación. Como ocurre con los blogs, el propietario del dominio de Twitter suele ser el propio influencer.
Los artículos académicos, al contrario que en el formato de prensa, están firmados por autores —o equipos de investigación— ajenos al grupo de nutricionistas seleccionados para este trabajo. Es frecuente su carácter internacional.
En este ranking, aparecen a continuación la televisión y la web. En el primer caso también se trata de apariciones de los influencers, especialmente de TVE, La Sexta o Antena 3, en los que colaboran con cierta asiduidad. Las páginas de Internet siguen la misma pauta y remiten a webs cuyo administrador es uno de los nutricionistas (gominolasdepetroleo.es, de Miguel A. Lurueña). Se han localizado varios casos en los que, como una opción paralela de fact-checking, los nutricionistas animan a recurrir al buscador Google.
El intento de autopromoción se reproduce en el formato radio, cuando el influencer acude a un programa radiofónico: Lurueña: “Hay muchas falsas creencias sobre alimentos que están ampliamente extendidas y que pueden poner en riesgo nuestra salud. Esta mañana hablé sobre ello en @la_ser (minuto 20). Dejo el enlace en mi perfil” (Lurueña, 2019).
La imagen y la revista son los dos formatos menos utilizados. A pesar de que Instagram se define como una red social en la que la fotografía es un recurso central, las imágenes que se han localizado en este estudio refieren a gráficos explicativos que desmienten la fake localizada. Por su parte, el recurso de la revista, codificado en una sola ocasión, obedece a una colaboración de un influencer en la revista de alimentación Eroski.
4.4. Engagement
Entre las 81 publicaciones sobre falsedades de los nutricionistas seleccionados para esta investigación, las doce con mayor número de comentarios de los seguidores están firmadas por Carlos Ríos. La cifra es todavía más significativa si se tiene en cuenta que, en total, tiene únicamente 14 publicaciones sobre fake news (hay que recordar que ocupa la tercera posición en el ránking del número de comentarios sobre fake news publicados). Las primeras posiciones restantes de este ranking sobre el engagement se las reparten casi en partes iguales Julio Basulto, Aitor Sánchez, Juan Llorca y Miguel A. Lurueña.
Casi la totalidad del conjunto de las publicaciones con mayor interacción se refieren a alimentos ultraprocesados. En concreto, el primero de este ranking, con la cifra récord de 2.047 respuestas de los seguidores de Carlos Ríos, denuncia “el exceso de azúcar de productos de éxito de Matrix”. Precisamente, Matrix es la metáfora, extraída de la ficción cinematográfica, que este influencer utiliza para referirse a las marcas comerciales que venden alimentos ultraprocesados.
Si se repara en el engagement, fijando la mirada en los “me gusta”, el primer puesto también es para Ríos, con un comentario que cosechó 27.276 likes y en el que ataca ferozmente a la Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición (AECOSAN) por falsedades y le acusa de estar al servicio de la Matrix.
5. Discusión y conclusiones
La verificación de noticias es una actividad que encuentra, al menos, dos actitudes contrarias entre los nutricionistas seleccionados para esta investigación. En un primer grupo, con una actividad menor en el fact-checking, se encuentran Julio Basulto, Miguel A. Lurueña, Carlos Ríos, Juan Revente, Juan Llorca y Aitor Sánchez, y que acaparan todos los comentarios. Y un segundo grupo, formado por Virginia Gómez, Mikel Iturriaga, Lucía Martínez, Gabriela Uriarte y Victoria Lozada, que no muestran interés por el fact-checking en Instagram. Por lo tanto, la primera hipótesis se cumple de forma parcial.
Dentro de ese primer grupo de influencers activos en Instagram, la predilección por las temáticas sobre alimentación saludable y ultraprocesados coincide con los resultados de otros estudios (Marauri-Castillo et al., 2021 ), mientras que ni la promoción ni la alimentación infantil parecen resultar nichos adecuados. Los contenidos personales, tan habituales en las redes sociales, resultan inoperantes para el fact-checking.
El engaño es el tipo de fake más frecuente. Se puede entender que es la manera más directa de falsear la realidad y, por lo tanto, también la más susceptible de ser verificada. La segunda posición en esta clasificación es para la propaganda, un contenido que genera per se dudas sobre su credibilidad ( Rodríguez-Pérez, 2020 ) y que introduce a los nutricionistas en la pelea con las grandes marcas, lo que les permite reforzar la sensación de comunidad con sus seguidores (Marauri-Castillo, Pérez-Dasilva & Rodríguez-González, 2015).
La descontextualización aparece relacionada con las fakes indirectas, es decir, creencias y mitos atemporales, sin relación con una noticia concreta aparecida en un medio (fake directa). Por lo que se cumple la segunda hipótesis.
La preeminencia de los formatos textuales en la labor de fact-checking, ya apuntada en otras investigaciones (Ufarte-Ruiz, Anzera & Murcia-Verdú, 2020), colisiona con la identificación de Instagram como una red propicia para publicar imágenes. Ocurre, además, a pesar de que las fotografías proporcionan una mayor interacción con la audiencia (Fernández-Gómez & Martín-Quevedo, 2018). En conjunto, los recursos audiovisuales son poco frecuentes y de escasa calidad técnica salvo las infografías, frecuentes, según otros estudios, en las redes sociales de Carlos Ríos (Marauri-Castillo et al., 2021 ). Los enlaces desde Instagram a Twitter denotan cierta subordinación hacia esta red, como si resultara más adecuada para la labor de verificación. Se puede sostener que la tercera hipótesis no se cumple.
A pesar de la complejidad que entraña el fact-checking (Ufarte-Ruiz, Anzera & Murcia-Verdú, 2020), los resultados muestran que en la mayoría de las ocasiones los nutricionistas desmienten las noticias con su discurso propio, sin recurrir, por ejemplo, a plataformas de verificación, como maldita.es, etc. Cabe sostener que se arrogan el papel de jueces validadores ( Amazeen, 2015 ). En los casos, minoritarios, en los que recurren a terceros para desmentir falsedades, ejercen el papel de mediadores entre sus seguidores y los medios de comunicación, grupos de investigación o plataformas de verificación.
Tanto si actúan por su cuenta como si recurren a terceros, los nutricionistas se pueden incluir en el modelo de organización generados por grupos independientes —NGO model (Graves & Cherubini, 2016)—, ajenos a los medios de comunicación, con la salvedad que no ejercen en grupo sino de forma individual. Si se repara en las dos formas de acción que identifican Zhou y Zafarani (2018 ), los resultados muestran una mayor afinidad con la primera, que refiere a que se realiza una verificación manual, basada en expertos de elevada credibilidad. No obstante, en este caso, los expertos son los propios influencers, salvo en los casos minoritarios en los que recurren a terceros (artículos científicos). En cambio, la segunda forma de actuación de Zhou y Zafarini, sobre la verificación automática con la asistencia de software de contraste, es evidente que escapa a la forma de hacer de los nutricionistas. Por lo cual, se confirma la cuarta hipótesis.
El engagement está condicionado, por un lado, por la temática relacionada con los alimentos ultraprocesados y, por otro, por la figura de Carlos Ríos, el influencer con más seguidores. Ríos sustenta gran parte de su discurso más exitoso en la “guerra contra Matrix”, un término que le sirve para identificar al enemigo —las grandes marcas. Se puede interpretar que los nutricionistas intentan impulsar su popularidad y crear una imagen que depende del engagement (Marauri-Castillo et al., 2020 ; Fernández-Gómez, Hernández-Santaolalla & Sanz-Marcos, 2018).
Las cuestiones más cercanas, reflejadas para esta investigación en el ámbito nacional, tienen más éxito, en consonancia con los estudios que han comprobado que los contenidos virales reflejan acontecimientos cotidianos ( Freelon, 2017 ). Se puede concluir que los nutricionistas españoles realizan una labor limitada, de bajo perfil y poco organizada, como verificadores de falsedades sobre la alimentación en Instagram.
Resumen:
1. Introducción
1.1. Fact-checking
1.2. Instagram
2. Objetivos e hipótesis
3. Metodología
4. Resultados
4.1. Temáticas
4.2. Tipos de fake news y ámbito geográfico
4.3. Formatos de fake news
4.4. Engagement
5. Discusión y conclusiones