in Revista de psicología (Santiago)
Los escritos de Freud sobre la cocaína (1884-1887): sujeto, objeto y contexto
Abstract
Introducción
El temprano vínculo entre el padre del psicoanálisis y la cocaína se puede visualizar entre luces y sombras. Existen diversas referencias sobre este asunto, unas más lúcidas (e.g., Cohen, 2011) otras más anecdóticas (e.g., Mar-kel, 2011) y, por cierto, algunas bastante des-templadas (e.g., Thornton, 1986). Sin embargo, más allá de la identificable relación de Sigmund Freud con esta sustancia por aproximadamente una década, y en los años previos a sus más grandes aportes, existe solo una referencia so-mera y tangencial al impacto de este vínculo en sus contribuciones posteriores.
Lo concreto es que Freud mantuvo un periodo de contacto intenso y prolífico con la cocaína, en tanto la consideró, inicialmente, un instrumento terapéutico que ansiaba ligar con la cura de afecciones psíquicas (Escohotado, 1996; Le Poulichet, 2012; López, 2016 ; Plotkin & Ruperthuz Honorato, 2017; Toyos, 2016). Sin embargo, lo acompañará no sólo la frustra-ción personal por no encontrar en el uso de esta sustancia su consagración en el mundo médico, sino también una serie de críticas profesionales —desde la misma fuente— que determinarán que este vínculo sea tanto una salida temporal en su trayectoria al psicoanálisis, como un hito relevante al interior de su vida y obra.
En esta Máquina del Tiempo se rescatan y revisan acuciosamente escritos de Freud, cartas, libros, críticas y algunos extractos de sus obras que se relacionan con la cocaína, para analizar-los y otorgar justicia parcial al lugar que este episodio alcanza en la vida de Freud y sus rú-bricas —imperceptibles o invisibilizadas— en su producción posterior.
Esta revisión —concentrada en las publica-ciones que Freud realizó entre los años 1884 y 1887— pretende desmitificar este episodio en la vida del Freud prepsicoanalítico como una página gris. Es pretensión de esta Máquina del Tiempo reubicar algunos de los constructos de estos escritos como base de los desarrollos que Freud sostendrá posteriormente y que lo lleva-rán al reconocimiento que hoy alcanza dentro de la psicología, incluyendo sus aportes a la comprensión de las toxicomanías (Rojas Jara & Muena San Martin, 2016). De este modo, esta revisión se focaliza en tres elementos clave: sujeto, objeto y contexto. Nuestro sujeto es el mismísimo fundador del psicoanálisis, nuestro objeto será la cocaína y nuestro contexto será este periodo histórico en que un incipiente doc-tor se abocará a su estudio.
Sobre el sujeto: el joven doctor Freud
Es innegable, controversias más controver-sias menos, que la figura de Freud no puede ser apartada de los grandes pensadores del siglo XX y que sus obras marcarán un punto de in-flexión sobre los estudios de la mente humana. Las Obras Completas compilan sus trabajos desde 1886 y contienen alusiones hacia dife-rentes ideas sobre las que Freud escribió. Sus textos versan sobre sueños, sexualidad, el in-consciente, anatomía cerebral, el chiste, perso-najes históricos, parentalidad, mecanismos de-fensivos, terapia, actos fallidos, psique, impul-sos, arte, judaísmo y guerra (Cohen, 2011). Sin embargo, en sus páginas se excluyen una serie de cuatro escritos que Freud desarrollaría sobre una sustancia química aislada en 1860 por Al-bert Niemann, elaborada a partir de la hoja co-ca, y que denominó cocaína (Markel, 2011).
Aquel Freud que focalizó su interés en los estudios de la cocaína es diferente en muchos aspectos al Freud posterior a 1900. En 1884 Freud, de 27 años y que por aquel entonces ejercía en el Hospital General de Viena, esta-blece una serie de experimentos y escritos so-bre esta droga. Por aquellos años Freud busca-ba, con particular afán, alcanzar reconocimien-to en el mundo de la medicina a través de algún descubrimiento importante en el campo de lo clínico o patológico (Jones, 1963). Freud pre-tendía curar a sus pacientes médicamente y creía que hallaría el medio en una droga. Su búsqueda encontró en la cocaína una posibili-dad de consagración e hizo que Freud dedicara los siguientes tres años a investigar sus efectos y usos terapéuticos potenciales.
Sobre el objeto: la cocaína
Si bien este interés por la cocaína aparece en Freud como un evento previo a los desarrollos psicoanalíticos, su relación con esta droga será
un área de investigación que abre la puerta a la comprensión de su descubrimiento del inconsciente y la naturaleza del objeto en el psicoanálisis. Quizás también arroje algo de luz sobre la virtual exclusión del problema de la adicción de este campo de investiga-ción ( Loose, 2002 , p. 59).
Para Freud, la cocaína —en tanto objeto farmacológico— era un analgésico por su po-tencial acción sobre el dolor profundo y tendría un marcado interés en sus propiedades y utili-dad interna más allá de cualquier otro uso ex-terno de esta “sustancia maravillosa” (Allen, 1987; Jones, 1963). Vio en esta sustancia una panacea eficaz para los trastornos digestivos, la fatiga, la depresión y la adicción a la morfina (Anzieu, 1988). Freud descubrió progresiva-mente que esta droga no era tan mágica y que podía ser remedio y veneno a la vez. La cocaí-na, en Freud, pasó de ser una esperanza de reconocimiento a un motivo de cuestionamien-to sobre su naciente carrera profesional.
El primer día del mes de julio de 1884 se publica “Über coca”1,(Freud,1980a), primer escrito de Freud sobre esta sustancia y que podemos dividir en tres partes. En la primera de ellas propone un recorrido que va desde un análisis etnobotánico sobre los orígenes de la planta (Erythroxylon coca), la historia de su uso en la Sudamérica precolombina, hasta la síntesis de la cocaína en Europa y los primeros estudios al respecto. Una segunda parte se abo-ca a los efectos diferenciados de esta droga en animales y humanos. Identifica en estos últi-mos los siguientes efectos subjetivos: a) sensa-ción de optimismo y ligereza, b) euforia, vigor y un marcado poder estimulante, y c) hiposomnia bajo sus efectos e hipersomnia cuando es-tos cesan. La última, y más atrevida, aglomera una serie de sugerencias para el uso terapéutico de la cocaína: como estimulante, para trastor-nos digestivos, en la caquexia (condición médica de desnutrición extrema), para el tratamiento de la adicción a morfina y alcohol, para el as-ma, como afrodisíaco, y como anestésico.
El último día de enero de 1885 aparece el artículo “Beitrag zur kenntnis der cocawir-kung”2, (Freud,1980b) que se diferencia de su antecesor en que pretende una medición más objetiva de los efectos que la cocaína produce a nivel de capacidad física y tiempos de reacción (utiliza para este fin un dinamómetro y un neuroamebímetro de Exner para sus experi-mentos). Freud concluye que las mejoras en cuanto a la fuerza muscular y en los tiempos de reacción a un estímulo se asociarían con el es-tado de bienestar y euforia que la cocaína provoca.
En agosto de 1885 se publica “Ueber die allgemeinwirkung des cocains”3, (Freud,1980c), artículo leído por Freud unos meses antes frente a la Sociedad Psiquiátrica de Vie-na. En este escrito establece un abandono completo del uso externo de la cocaína focalizándose solo en los efectos internos. De tal modo, plantea cómo el uso de esta droga disminuye la fatiga y los síntomas depresivos. Tal era su entusiasmo que sugiere abiertamente el uso de la cocaína en la práctica psiquiátrica. Su apuesta más arriesgada en este artículo es su consejo de usar cocaína para tratar la abstinencia a la morfina y para el tratamiento del alcoholismo.
El 9 de julio de 1887 aparece “Bemerkungen über cocainsucht und cocainfurcht”4, (Freud,1980d) en cuyas páginas se encuentra una posición defensiva, pero a la vez recatada, donde Freud aún defiende las utilizaciones de la cocaína para ciertos fines, aunque retira su entusiasmo a otras aplicaciones y métodos de uso de la droga. De esta manera, es menos op-timista en la utilidad de la cocaína para la adic-ción a la morfina y quita la sugerencia previa de su uso en forma de inyecciones subcutá-neas. Sin embargo, instará al mundo médico a comprender que la posibilidad de que esta dro-ga genere efectos tóxicos no debe impedir su uso para producir una cura deseada, ya que la irregularidad de sus efectos se debía a variables individuales.
Sobre el contexto: el alotrión
Freud será consignado como un célebre consumidor de cocaína del siglo XIX y “puede distinguirse en su obra un periodo rosa, durante el cual la droga provoca un estado de euforia controlada, y un periodo en que se evidencia la formación de una necesidad coercitiva” (Sissa, 2000, p. 125). Durante los años 1884 y 1887 Freud escribió cuatro artículos sobre la cocaína, con énfasis y contenidos diferenciados en cada uno de ellos.
Este periodo prepsicoanalítico fue definido por el propio Freud como un “alotrión” que le desvió por un momento de la ruta que lo lleva-ría a las grandes obras que marcaron sus años siguientes y dieron origen al psicoanálisis (He-rrera, 2013; Loose, 2002 ; Roudinesco, 2015; Toyos, 2016).
Alotrión es una palabra tan interesante como clarificadora de este “episodio de la cocaína” como Ernest Jones llamó a la relación de Freud con dicha sustancia (Jones, 1963). Esta palabra se puede definir como una ruptura, o como la introducción de una idea ajena en el cuerpo de ideas dentro de un cierto discurso o doctrina científica ( Loose, 2002 ). “Sabemos que son precisamente estos los que revelan un deseo inconsciente censurado sin éxito. En otras pa-labras, es posible que Freud reprimiera algo relacionado con este episodio en su vida” (p. 58). En ese sentido, su elección por la palabra alotrión puede no haber sido accidental, pero sí motivada inconscientemente, pudiendo consi-derársele un lapsus.
En su biografía, Ernest Jones significará este periodo como un pasatiempo peligroso que apartaba a Freud de su serio trabajo científico en el campo de la neuropatología, ya que su intensa persistencia en el mismo indicaba un interés muy personal, distanciándole de su principal vocación (Jones, 1963).
Pese a que este periodo fue consignado por Freud como una salida temporal del sendero hacia el psicoanálisis, las huellas de este alo-trión son parte de sus recuerdos y aparecen de forma onírica en su célebre obra La interpreta-ción de los sueños (Herrera, 2013; Jones, 1963; López, 2007). En el apartado donde Freud pro-pone un método para el análisis e interpretación onírica, usa sueños personales para ejemplifi-carle. En el sueño de Irma señala que al obser-varle el interior de la boca frente a una ventana percibe una mancha blanca y escaras en sus cornetes nasales. Este fragmento del sueño será interpretado por Freud como una alusión direc-ta a su alotrión.
Las escaras en los cornetes evocan una preocupación por mi propia salud. Por en-tonces me administraba con frecuencia co-caína para reducir unas penosas inflama-ciones nasales, y pocos días antes me había enterado de que una paciente que me imitó había contraído una extensa necrosis de la mucosa nasal. La recomendación de la co-caína que yo había hecho en 1885 me atrajo también muy serios reproches. Un caro amigo ya muerto en 1895, apresuró su fin por el abuso de este recurso (Freud,1991, p. 132).
De este análisis sobre el sueño de Irma de-cantan un par de acotaciones importantes. Pri-mero, que el uso de cocaína por parte de Freud tiene al menos una década de extensión, si se considera que su primer uso personal de la droga fue en 1884 y el sueño de Irma está fe-chado en 1895 donde reconoce todavía usarle para unas inflamaciones nasales. Segundo, Freud recuerda en dicho análisis las diversas críticas que encontró en el desarrollo de sus estudios con esta sustancia, principalmente desde el propio campo médico. Y tercero, el amigo y colega aludido es Ernst von Fleischl-Marxow a quien Freud prescribió en 1884 el uso de cocaína para manejar una severa adic-ción a la morfina (Jones, 1963) y quien falle-ció en octubre de 1891 luego de una inyección subcutánea de cocaína que le provocó una sobredosis (Herrera, 2013).
El anclaje con las toxicomanías: más allá del alotrión
El paso de Freud por este alotrión ofrece un par de cuestiones importantes para la disciplina. Por una parte, describe un proceder en el estu-dio de las drogas y sus efectos, y por otra, sub-raya la utilidad no solo sobre sus efectos físicos sino también sobre las quejas psíquicas.
El Freud prepsicoanalítico buscaba curar médicamente a sus pacientes. Más tarde, su deseo fue curar a través del psicoanálisis sin requerir de un objeto farmacéutico ( Loose, 2002 ).
Los estudios de Freud sobre la cocaína plan-tean una aproximación interesante hacia lo que fue luego la psicofarmacología (Byck, 1974; Solms, 2002). Su búsqueda de un obje-to/droga/químico capaz de actuar sobre cues-tiones psíquicas hace de este contex-to/alotrión/época algo más que solo un anecdó-tico desvío temporal. Freud presenta una ge-nuina y apasionada búsqueda de reconocimien-to profesional, pero también de aquella sustan-cia capaz de impactar en un suje-to/persona/paciente más a un nivel analgésico (actuando sobre quejas psíquicas) que mera-mente anestésico (adormecer localmente lo somático) como hiciera Koller aplicando cocaí-na para las cirugías oculares (Jones, 1963). Recordemos que en sus ensayos Freud refiere explícitamente que esta sustancia despliega sus efectos con mayor potencia y visibilidad en personas fatigadas y en condición de agobio (Freud,1980c).
La noción de un objeto/droga con una fun-ción subyacente para cuestiones psíquicas ad-quirió un profuso valor para el desarrollo futu-ro de la psicoterapia y fue retomada por Freud en la etapa inicial del psicoanálisis, refiriéndose a los mecanismos propios de la represión, seña-lando que un dolor mental “puede ser vencido exclusivamente por la acción de una droga o la influencia de una distracción psíquica” (Freud,1992, p. 141).
La idea de una cesación sobre el dolor psí-quico por medio del uso de sustancias se trans-forma en un sutil guiño al alotrión y la búsque-da, en ese entonces, de un fármaco capaz de transformarse en una cura para cuestiones in-ternas. Esta cesación es definida como una cancelación tóxica del dolor que regularía la homeostasis de un aparato psíquico, cuando el proceso de represión no logra suprimirle, ale-jando al sujeto de la representación del dolor por medio de un objeto intoxicante: la droga (Le Poulichet, 2012). Que un dolor psíquico pueda experimentar una cancelación tóxica es, entonces, “una intuición de Freud desde 1884, cuando puso en evidencia la acción de la co-caína sobre las afecciones dolorosas” (Le Pou-lichet, 2012, p. 63).
Un complemento a esta propuesta de drogas actuando sobre afecciones psíquicas alude a que “este descubrimiento es una impronta que marcará la dirección del pensamiento de Freud sobre la función de las sustancias tóxicas: evi-tar el dolor” (López, 2007, p. 19). Esta cance-lación, sin embargo, no se trata de una solución con respecto al origen o causa inicial del dolor, sino de una acción sobre el dolor como síntoma buscando suprimirle temporalmente. El obje-to/droga en este caso aparecerá como una de-fensa, medianamente efectiva, que pretende interferir la expansión de la angustia a través de una barrera química.
En esta Máquina del Tiempo es posible ob-servar que el tránsito de Freud por el estudio de la cocaína, pese a ser hito un tanto velado y poco abordado, fue algo más que un alotrión o un tropiezo para transformarse en el abandono necesario de una cura médica para los síntomas psíquicos y dar paso al encuentro de la cura psicológica y el nacimiento del psicoanálisis. En dicho sentido, este episodio de la cocaína reclama por reconocimiento y valía toda vez que su lectura profunda permite observarlo más como una antesala a su búsqueda en la cura por la palabra que un mero accidente o traspié en su trayectoria.
La revisión de estos eventos en la vida del joven Freud deja en evidencia, por un lado, su interés remoto por el uso y efectos de las dro-gas antes del desarrollo de sus aportes más im-portantes y reconocidos, y, por otro, su relación en el tiempo con sustancias que perdurarán hasta su muerte. Esto queda de manifiesto al considerar que el uso de cocaína se mantiene en Freud hasta 1892 aproximadamente (recor-demos que en el sueño de Irma de 1985 señala todavía usarla para una condición nasal) y des-de entonces aumentaría su consumo de tabaco, que acabaría pasándole factura en Londres a los 83 años cuando, previo acuerdo con su médico, pone término a su vida luego de tres inyecciones de otra droga: morfina (Roudines-co, 2015).
El objeto acompañó al sujeto más allá del alotrión. Un retorno al episodio de la cocaína es fructífero si recuperamos algo nuevo de él, si no se trata de nuevas respuestas, entonces, al menos, de algunas nuevas preguntas sobre la forma en que el problema de las adicciones puede situarse al interior del psicoanálisis (Loo-se, 2002). De este modo, una mirada y lectura de ese pasado refrescan sus contenidos y per-miten reconocer en ellos un valor hoy necesa-rio para la comprensión y terapéutica sobre las toxicomanías.
Abstract
Introducción
Sobre el sujeto: el joven doctor Freud
Sobre el objeto: la cocaína
Sobre el contexto: el alotrión
El anclaje con las toxicomanías: más allá del alotrión