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in Revista de Psicología
Adaptación de la Escala de Claridad en el Autoconcepto. Un estudio en estudiantes universitarios argentinos
Resumen:
El objetivo de este trabajo es presentar la adaptación y validación de la Escala de Claridad en el Autoconcepto para su uso con estudiantes universitarios. Se contó con la participación de 249 estudiantes de ambos sexos (61,0% mujeres) de distintas carreras de una universidad privada. Los estudiantes respondieron la Encuesta Revisada de Propósito Vital para Jóvenes, la Escala de Claridad en el Autoconcepto, y el Perfil de Autopercepción de Harter para Estudiantes Universitarios. Se realizó la retrotraducción de la escala, valoración de jueces expertos y prueba piloto. Se analizó la homogeneidad por medio de la correlación ítem-total corregida y la consistencia interna por medio del coeficiente Alpha de Cronbach. Se estudió la estructura interna por medio de Análisis Factorial Exploratorio. Se analizó la correlación entre la claridad en el autoconcepto, la autoestima global y la búsqueda e identificación de propósito vital. Se indagaron las diferencias en función de la edad y el género. Los resultados muestran que se ha logrado la adaptación de la escala para ser utilizadas con estudiantes universitarios. Se encontraron evidencias de una adecuada validez de contenido y buen funcionamiento de los ítems, validez factorial, de constructo y una buena confiabilidad.
Existe gran coincidencia en que el autoconcepto organiza la información relativa al Sí mismo y el mundo. La concepción de quién es uno permite interpretar las experiencias, impacta en las emociones y la motivación y, por lo tanto, guía los comportamientos (Swann, Chang-Schneider, & Larsen McClarty, 2007).
El autoconcepto es definido como las representaciones semánticas, visuales, y afectivas sobre quiénes fuimos, quiénes somos, y quiénes podemos ser (Oyserman & Fryberg, 2006). Estas representaciones corresponden a los atributos o características conocidas conscientemente por el individuo a través del lenguaje, que implican un juicio de valor sobre sí mismos y se encuentran diferenciadas por dominios que varían según la etapa vital ( Harter, 2008 ).
Tradicionalmente, se ha distinguido entre el contenido del autoconcepto (componentes de autoconocimiento y componentes de autoevaluación) y su estructura (la organización de ese contenido). Un aspecto de la estructura del autoconcepto que ha mostrado gran relevancia es la claridad. Campbell et al. (1996) son los primeros en mencionar este constructo y lo definen como “la medida en que el contenido del autoconcepto (por ejemplo, los atributos personales percibidos) es claro y está definido con seguridad, es internamente consistente y temporalmente estable” (p. 141).
DeMarree y Lodi-Smith (2017 ) aclaran algunas cuestiones respecto de la definición de claridad en el autoconcepto. Sostienen que este constructo se refiere a la certeza en las autoconcepciones más que a la estabilidad en la autoestima. Asimismo, no se refiere a las autopercepciones de un dominio específico sino al autoconcepto como un todo. Por otro lado, identifican cuatro aspectos de la claridad en la definición de esta variable: claridad, confianza, consistencia interna y estabilidad temporal.
La claridad en el autoconcepto se destaca por su relación con el bienestar (e.g., Lin et al., 2018) y ajuste psicológico (e.g., Suszek, Fronczyk, Kopera, & Maliszewski, 2018a). Son abundantes sus correlatos. Una alta claridad se asocia a una mayor autoestima global (e.g., Kawamoto, 2020 ; Wong, Vallacher, & Nowak, 2016); una mayor consecución de objetivos a largo plazo, escrupulosidad y consistencia de intereses (Fite, Lindeman, Rogers, Voyles, & Durik, 2017); y media la relación entre mindfulness disposicional y bienestar psicológico (Hanley & Garland, 2017). También repercute en las relaciones interpersonales en tanto una alta claridad se asocia a una mayor satisfacción en la relación con la pareja (Parise, Pagani, Donato, & Sedikides, 2019).
La claridad baja se asocia a una serie de consecuencias negativas. Por ejemplo, media la relación entre la identificación con un avatar y el juego problemático (Green, Delfabbro, & King, 2021); se asocia a ambivalencia actitudinal, es decir, a conflicto e indecisión ( Dummel, 2018 ); se relaciona con una mayor necesidad de pedir consejo para poder tomar decisiones (Duan, Xu, & Van Swol, 2020); aumenta el riesgo de internalizar un ideal de delgadez, con la consecuente insatisfacción con la imagen corporal (Vartanian, Froreich, & Smyth, 2016); e incrementa la frecuencia y versatilidad de autolesiones no suicidas (Lear & Pepper, 2016).
Estos antecedentes muestran la importancia de contar con instrumentos válidos, confiables y culturalmente adaptados para operacionalizar esta variable. Luego de haber propuesto este constructo, Campbell et al. (1996) desarrollaron una escala para medirlo. En su versión original, la escala presenta propiedades psicométricas adecuadas. Por un lado, la escala presentó una validez factorial adecuada. Por medio del análisis de componentes principales, se obtuvo una estructura unifactorial con cargas superiores a ,45. Por otro lado, presentó una consistencia interna adecuada (Alpha de Cronbach de ,86) y confiabilidad test-retest con un intervalo de cuatro meses (r = ,79). Asimismo, se encontraron evidencias a favor de la validez de constructo (i.e., correlación positiva con autoestima, asociación con rasgos de personalidad). Por último, se encontraron evidencias a favor de la validez de criterio: se encontró una asociación positiva entre los puntajes en la escala de claridad, y la estabilidad temporal y consistencia en las autodescripciones.
Dicha escala es una de las medidas más utilizadas para evaluar la claridad en el autoconcepto (DeMarree & Lodi-Smith, 2017) y ha sido adaptada en diferentes países: Polonia (Suszek, Fronczyk, Kopera, & Maliszewski, 2018b), China (Wu & Watkins, 2009), Japón (Tokunaga & Horiuchi, 2012), Eslovaquia ( Fickova, 1999 ), Alemania (Steffgen, Da Silva, & Recchia, 2007), Estonia (Matto & Realo, 2001) y Francia (Brunot, Valéau, & Juhel, 2015). Los resultados de estos estudios brindan apoyo para la validez transcultural de este instrumento y el constructo en sí mismo (Suszek et al., 2018b ). Asimismo, se ha establecido la invarianza de medición de la escala en función del grupo ético o el género ( Cicero, 2020 ). Tanto su versión original como las adaptaciones posteriores han mostrado que la escala tiene una estructura unifactorial y buena consistencia interna (Alpha de Cronbach entre ,82 y ,86) (e.g., Brunot et al., 2015; Campbell et al., 1996; Steffgen et al., 2007; Suszek et al., 2018b; Tokunaga & Horiuchi, 2012; Wu & Watkins, 2009). Se han encontrado evidencias a favor de la validez del constructo, ya que presenta correlación con otros constructos como la autoestima (bajos niveles de claridad en el autoconcepto se correlacionan con bajos niveles de autoestima) (e.g., Campbell et al., 1996; Suszek et al., 2018b; Wu & Watkins, 2009) y la personalidad (bajos niveles de claridad en el autoconcepto correlacionan con altos niveles de neuroticismos, bajos niveles de extraversión, bajos niveles de escrupulosidad , bajos niveles de apertura y bajos niveles de acuerdo) (e.g. Brunot et al., 2015; Campbell et al., 1996; Suszek et al., 2018b; Tokunaga & Horiuchi, 2012).
Hasta el momento no se cuenta con una adaptación de esta escala para su uso con estudiantes universitarios argentinos. Los años en la universidad representan una transición en la vida. Este cambio puede tener un fuerte impacto en la identidad (Bennett, Roberts, & Creagh, 2016) y poner a prueba el conocimiento que se tiene de una mismo (Lodi-Smith & Crocetti, 2017). Por este motivo, es importante contar con instrumentos que permitan evaluar este constructo en esta población.
En función de lo mencionado, este trabajo se propone presentar el proceso de adaptación y validación de la Escala de Claridad en el Autoconcepto creada por Campbell et al. (1996) para su uso con estudiantes universitarios argentinos. Este proceso se compuso de dos etapas. En la primera, se realizó la adaptación lingüística y conceptual del instrumento, y se estudió su validez de contenido.
En la segunda etapa, se realizó la validación de la versión adaptada. Para esto se estudió la validez de constructo y la confiabilidad de la escala. En primer lugar, como parte de la validez de constructo, se analizó la validez factorial. Por tratarse de un instrumento que no había sido adaptado en Argentina, se analizó su estructura interna por medio de análisis factorial exploratorio. A partir de los resultados de los estudios revisados en la introducción de este artículo, se esperaba encontrar una estructura unifactorial.
En tercer lugar, también como parte de las evidencias a favor de la validez de constructo, se indagó la asociación con constructos teóricamente vinculados. Por una parte, se indagó la relación con la autoestima global. Como se mencionó más arriba existen abundantes evidencias que muestran la asociación positiva entre esta variable y la claridad en el autoconcepto. Por este motivo, se espera encontrar que los estudiantes que presenten altos niveles de autoestima global presenten también altos niveles de la claridad en el autoconcepto. Por otra parte, se estudió la relación con otra variable estrechamente vinculada a la formación de la identidad: el sentido de propósito vital (Kiang, Malin, & Sandoz, 2020). Hallazgos previos muestran que una alta claridad en el autoconcepto predice un mayor sentido vital (e.g., Steger, Shin, & Steger, 2016). Por este motivo, se espera que los estudiantes que presentan altos niveles de claridad en el autoconcepto presenten niveles más bajos de búsqueda y niveles más altos de identificación de propósito vital.
Por último, con el fin de obtener evidencias adicionales a favor de la validez de constructo, se analizó la capacidad de la escala de diferenciar en función de la edad y el género. Esto se debe a que la claridad en el autoconcepto puede estar afectada por estas variables, así varía a lo largo del ciclo vital (Lodi-Smith & Crocetti, 2017): hay un aumento en la adolescencia, declina en el pasaje a la adultez emergente y vuelve a aumentar durante esta última etapa (Crocetti et al., 2016). Por este motivo, se espera encontrar que los estudiantes que se encuentran en la adultez emergente presenten niveles más bajos de claridad que los estudiantes que se encuentran en la adultez propiamente dicha.
Con respecto a las diferencias por género, la literatura sobre el autoconcepto ha documentado una gran variedad de diferencias en el sí mismo asociadas a esta variable: diferencia en la valencia de las autopercepciones (i.e., las mujeres suelen presentar autopercepciones más negativas que los hombres), en el grado que los otros significativos influyen en sus autopercepciones (i.e., las mujeres son más sensibles a la influencia de su entorno) y en sus posibles sí mismos, es decir, su imagen proyectada hacia el futuro (i.e., las mujeres presentan posibles sí mismos más negativos y diversos) (Molina, Benzi, & Alvarez Iturain, 2019). Particularmente, en lo que se refiere a la claridad en el autoconcepto, algunos estudios previos han encontrado que los varones presentan niveles más altos de claridad que las mujeres (Crocetti et al., 2016). Sin embargo, otros estudios muestran que dichas diferencias no son significativas o tiene tamaños de efecto muy pequeños (ver Cicero, 2020 para una revisión). Por este motivo, se espera encontrar diferencias, en función del género, no significativas o con un tamaño de efecto pequeño.
Por último, se analizó el funcionamiento de los ítems. Asimismo, se estudió su confiabilidad por medio del análisis de consistencia interna.
Método
Primera etapa: adaptación lingüística y conceptual
Se realizó la retrotraducción de las escalas (del inglés al español y del español al inglés). Se compararon ambas versiones para evaluar si la traducción era correcta. Por otra parte, tal como lo recomienda Hogan (2015), se crearon 29 ítems nuevos para poder seleccionar aquellos con un mejor funcionamiento psicométrico (e.i., aquellos que poseen la valoración más positiva por parte de los jueces expertos, las mejores cargas factoriales, la mejor homogeneidad, y que no disminuyan la consistencia interna al ser eliminados). Para la creación de los ítems se siguió un criterio racional, es decir, la revisión de la literatura. Se buscó que fueran representativos de los distintos aspectos de la definición del constructo y que dieran cuenta tanto de la presencia de claridad (ítems directos) como de la falta de claridad (ítems inversos).
Valoración de jueces expertos. Tanto los ítems como la consigna fueron evaluados por cinco jueces expertos en evaluación psicológica y en el trabajo con jóvenes. En primer lugar, los jueces realizaron una evaluación cualitativa de la consigna, en la que se les pidió que hicieran las observaciones que consideraran pertinentes respecto de su claridad y adecuación para la población a la que está dirigida la escala. En segundo lugar, realizaron la valoración del grado de ajuste ítem–constructo. Para ello se les informó la definición del constructo y se les pidió que indicaran en una escala de tres puntos (muy representativo a poco representativo) el grado en que cada ítem era representativo de dicha definición. A partir de las respuestas de los jueces, se cálculo el Índice de Acuerdo entre Jueces, es decir, se dividió el número de jueces, que indicaron que un ítem es muy representativo del constructo, por el número total de jueces que participaron (Tinsley & Weiss, 1975). Se consideró como mínimo para conservar un ítem, un índice de ,60, es decir, que tres de los cinco jueces haya considerado que era muy representativo del constructo.
En tercer lugar, hicieron una evaluación de la adecuación lingüística y conceptual de los ítems. En este caso que se les pidió que indicaran si modificarían el ítem de alguna forma para que fuera más adecuado y comprensible para nuestra cultura. Los jueces consignaron sus observaciones por escrito.
Prueba piloto. La escala fue respondida por diez estudiantes universitarios de ambos géneros de entre 18 y 26 años. Los estudiantes respondieron en forma individual e hicieron sus comentarios de forma verbal a los investigadores.
Segunda etapa: validación
Participantes. Se tomó una muestra no probabilística y por conveniencia, de sujetos voluntarios (Hernández-Sampieri & Mendoza Torres, 2018). La muestra estuvo compuesta por estudiantes argentinos (n = 249) de ambos sexos (61,0% mujeres), de entre 18 y 54 años (M = 26,00; DE = 7,80), de distintas carreras de una universidad privada de la Ciudad Autónomas de Buenos Aires. En la tabla 1 se presentan las características sociodemográficas de los participantes.
Instrumentos .
Cuestionario sociodemográfico. Cuestionario especialmente diseñado para caracterizar a la muestra en función de variables sociodemográficas (edad, nivel educativo, composición familiar, etc.).
Escala de claridad en el autoconcepto (Campbell et al., 1996). Evalúa la claridad en el autoconcepto a través de 12 ítems con cinco opciones de respuesta (desde totalmente de acuerdo a totalmente en desacuerdo). La versión original cuenta con indicadores adecuados de validez y confiabilidad (Campbell et al., 1996). La primera versión de la escala adaptada para ser usada con estudiantes universitarios argentinos estuvo compuesta por 23 ítems con cinco opciones de respuesta equivalentes a las de la escala original. El proceso de adaptación se desarrolla en el apartado sobre resultados.
Escala revisada de propósito para jóvenes (Bundick et al., 2006). Adaptada por Molina (2019), evalúa la búsqueda, la identificación, el compromiso y la centralidad del propósito vital (PV) a través de dos dimensiones: la identificación de propósito, compuesta por ocho ítems, y la búsqueda de propósito, compuesta por seis ítems. Posee una escala Likert de respuesta de cinco opciones (Totalmente de acuerdo a Totalmente en desacuerdo). En su versión original posee una confiabilidad adecuada: α = ,79 (Bundick et al., 2006). En su versión local se encontró que este instrumento presenta una validez adecuada de contenido y un funcionamiento apropiado de los ítems (Molina et al., 2018), una adecuada validez factorial y una buena consistencia interna (Molina, Iribarne, et al., 2019). En la muestra de este estudio se encontraron indicadores adecuados de consistencia interna (Alpha de Cronbach): búsqueda de PV, α = ,84; identificación de PV, α = ,89.
El Perfil de Autopercepción de Harter para Estudiantes Universitarios (Neeman & Harter, 1987; Adaptación lingüística de Facio, Resett, Mistrorigo, Micocci, & Yoris, 2007). Evalúa el autoconcepto en dominios específicos y la autoestima global. Cada escala se compone de seis ítems con cuatro opciones de respuesta. La versión original del instrumento posee indicadores adecuados de validez. Por un lado, presenta una validez factorial adecuada; por otro, se han encontrado diferencias en función del género y correlaciones entre las autopercepciones de dominio específico y la autoestima global que son coherentes con la teoría y evidencias empíricas previas. Por lo tanto, se puede afirmar que posee evidencias a favor de la validez de constructo. A su vez, presenta niveles adecuados de consistencia interna de que oscilan entre ,76 y ,92 (Neemann & Harter, 1987). Esta escala ha sido adaptada lingüísticamente para su uso en Argentina y presenta adecuados indicadores de confiabilidad (Facio et al., 2007). Para este estudio se utilizó solo la subescala de autoestima global. En esta muestra se encontró un indicador de consistencia interna (Alpha de Cronbach) adecuado, α = ,86.
Procedimiento. Se contactó a las autoridades de la Centro de Altos Estudios en Ciencias Exactas para solicitar su autorización para la recolección de datos. La administración fue grupal pero los alumnos respondieron los cuestionarios en forma individual.
Aspectos éticos. El presente estudio cuenta con el aval del Comité de Ética de la Universidad Abierta Interamericana. Se explicó a los estudiantes que su participación era voluntaria y confidencial, y se les solicitó consentimiento escrito.
Análisis de datos. En primer lugar, se realizó un análisis exploratorio de los ítems para conocer su distribución. En segundo lugar, se estudió la estructura interna de la escala por medio de un análisis factorial exploratorio (AFE) a través del análisis paralelo (PA; Horn, 1965). Se aplicaron los mínimos cuadrados no ponderados (ULS) para determinar el número de factores a retener ( Lorenzo-Seva, 1999 ). Debido a que las variables presentaban una asimetría y curtosis en el rango (-1, 1; ver tabla 2), el AFE se basó en matrices de correlaciones de Pearson (ver Lloret-Segura, Ferreres-Traver, Hernández-Baeza, & Tomás-Marco, 2014 para una revisión). Se usó el método de rotación Promin (Lorenzlo-Seva, 1999). La adecuación de la matriz se evaluó mediante la prueba de KMO y la prueba de esfericidad de Bartlett. El criterio de carga elegido para retener cada elemento en cada factor fue mayor a ,40 (Lloret-Segura et al., 2014 ). Se calculó el porcentaje de varianza explicada.
Para probar la adecuación del modelo se utilizó, en primer lugar, la raíz media cuadrática residual (RMSR). Para interpretar este índice, se tomó el criterio de Kelley (cit. en Lloret-Segura et al., 2014). De acuerdo con este criterio, el modelo presenta un ajuste aceptable si el RMSR no excede o si se aproxima a 1 ⁄ √n (n es el tamaño de muestra). En el caso de la muestra de este estudio este valor debe ser inferior a ,06. En segundo lugar, se estimó la raíz cuadrática media del error de aproximación (RMSEA). Para que el modelo se considere adecuado este índice debe ser inferior a ,08 (Hu & Bentler, 1999). En tercer lugar, se calculó la raíz cuadrática media ponderada (WRMR), cuyos valores deben ser inferiores a 1,0 (Yu & Muthen, 2002). En cuarto lugar, se utilizó el índice de bondad de ajuste (GFI), el índice ajustado de bondad de ajuste (AGFI), el índice de ajuste no normalizado (NNFI) y el índice comparativo de ajuste (CFI). Se considera que un modelo presenta un buen ajuste, si estos índices presentan va¬lores superiores a ,90 (Hu & Bentler, 1999). Se usó el programa Factor (versión 10.9.02, Ferrando & Lorenzo-Seva, 2017) para realizar estos análisis.
Se aplicó el t de Student, para muestras independientes, para analizar las diferencias en la claridad en el autoconcepto en función del género y la etapa etaria (adultos emergentes = de 18 a 29 años; adultos = 30 a 54 años). Se estudió el tamaño de efecto con la d de Cohen (1992 ) y se siguieron sus lineamientos para la interpretación: pequeño = ,20; mediano = ,50; grande = ,80. La relación entre la claridad en el autoconcepto, y la autoestima global y el propósito vital fue estudiada con la r de Pearson. Se tomó el coeficiente r como indicador del tamaño de efecto y se siguieron los lineamientos de Cohen (1992 ) para su interpretación: pequeño = ,10; mediano = ,30; grande = ,50.
Por último, se analizó la capacidad de discriminación de los ítems de las escalas adaptadas por medio del análisis de la frecuencia de respuesta, y la homogeneidad por medio de la correlación ítem-total corregida. También se calcularon los coeficientes de consistencia interna con el Alpha de Cronbach. Para realizar los análisis estadísticos se utilizó el paquete estadístico SPSS (versión 21) para Windows (IBM Corporation, 2012).
Resultados
Primera etapa: adaptación lingüística y conceptual
Validez de contenido. A partir de la valoración por parte de los jueces y la prueba piloto se puede concluir que la versión preliminar de la escala posee una adecuada validez de contenido y que se logró su adaptación lingüística y conceptual. Los ítems seleccionados fueron valorados por todos los jueces como muy representativos del constructo. Además, se seleccionaron aquellos ítems que fueran adecuados desde el punto de visto semántico y sintáctico. Es decir, aquellos que hayan sido valorados como claros y comprensibles. Asimismo, se modificó un ítem, por tratarse de un ítem original, para que pueda ser apropiado para nuestra cultura. En todo este proceso se tuvieron en cuenta los criterios mencionados en la sección sobre el método: que los ítems representaran los distintos aspectos del constructo y que estuvieran balanceados los ítems positivos y negativos.
Los jóvenes que participaron de la prueba piloto señalaron que la escala era comprensible e interesante. De todos modos, se realizaron algunas modificaciones menores en función de sus señalamientos: cambios en el orden de los ítems y ajustes gramaticales en la consigna. En la tabla 2 se presentan los ítems que componen la primera versión de la adaptación de la escala.
Segunda etapa: validación
Análisis exploratorio de los ítems. En la tabla 3 se presentan los estadísticos descriptivos de los ítems de la primera versión de la escala. Como puede observarse, las puntuaciones de los ítems tienen un rango de 1 a 5. En su mayoría, la mediana es 4 y el valor de la media oscila entre valores de 2,86 y 4,08. La asimetría y la curtosis se encuentra en el rango (1, -1).
Validez de constructo.
Validez factorial. El AFE resultó en un factor que explica el 60,2% de la varianza. El coeficiente KMO y la prueba de esfericidad de Barrett mostraron la suficiencia de la matriz (ver tabla 4 ). Los ítems se agruparon en una única dimensión que se compone por cuatro de los ítems originales y cinco de los ítems creados para la nueva versión. Es decir, se eliminaron 15 de los ítems de la versión de la escala que fue administrada. La depuración de ítems se hizo con base en sus cargas factoriales e índices de ajuste del modelo. Esto es, se eliminaron aquellos ítems que poseían cargas factoriales bajas o que, al ser eliminados, aumentaran los otros índices de ajuste. Además, se consideró el contenido de los ítems.
El modelo de un factor presenta buenos indicadores de ajuste: RMSEA = ,06; RMSM = 0,05 (< 0,06, según el criterio de Kelley cit. en Lloret-Segura et al., 2014); WRMR = 0,06; GFI = 0,99; AGFI = 0,99; NNFI = 0,98; CFI = 0,99. Las cargas factoriales de los ítems que lo componen se consideran adecuadas, ya que fueron superiores a ,40.
Correlación con constructos relacionados. En la tabla 5 se presentan los resultados de las correlaciones de Pearson entre la claridad en el autoconcepto, la búsqueda e identificación de PV, y la autoestima global. Como evidencias a favor de la validez de constructo, se encontró una correlación negativa con búsqueda de propósito vital (r = -,30; p < ,001), y positiva con identificación de propósito vital (r = ,25; p < ,001) y autoestima global (r = ,66; p < ,001).
Capacidad de discriminación por edad y sexo. Se encontró una diferencia estadísticamente significativa en la claridad en el autoconcepto en función de la edad (t [244] = -4,20; p < ,001). Es decir, los adultos emergentes (18 a 29 años) presentan menores niveles de claridad (M = 32,20; DE = 6,65) que los adultos (30 a 54 años; M = 36,39; DE = 5,84). El tamaño de efecto de esta diferencia fue mediano (d = -0,67). No se encontraron diferencias en función del sexo (t [246] = -1,34; p = 0,18; d = 0,17; varones, M = 33,87; DE = 6,76; mujeres, M = 32,70; DE = 6,67).
Análisis del funcionamiento de los ítems y confiabilidad. En la tabla 6 se presentan la frecuencia de respuesta para cada ítem, la correlación ítem total corregida y el Alpha de Cronbach si se elimina un elemento. A partir de estos resultados se puede establecer que los ítems de la versión adaptada de la escala presentan una capacidad adecuada de discriminación: no se concentran más del 80% de las respuestas en los extremos. También presentan una buena homogeneidad: todos los ítems presentan correlación ítem/total corregida superiores a ,30. La escala presenta una buena consistencia interna (α de Cronbach = ,88). Ninguno de los ítems aumenta el Alpha al ser eliminado.
Discusión
Este estudio tuvo como objetivo presentar los resultados del proceso de adaptación y validación de la escala de claridad en el autoconcepto (Campbell et al., 1996) para ser usada con estudiantes universitarios. Los resultados encontrados permiten afirmar que este instrumento es válido y confiable para su uso en esta población. Más específicamente, se encontraron evidencias a favor de la validez de contenido. A partir de la valoración de jueces expertos se pudo establecer que los ítems que componen la escala son representativos del constructo que se propone evaluar. Asimismo, esta evaluación y la prueba piloto permiten establecer que se logró una adecuada adaptación lingüística y conceptual. El instrumento es adecuado para nuestra cultura y el grupo etario de interés.
Por otro lado, se obtuvieron evidencias a favor de la validez de constructo. En primer lugar, se encontraron evidencias de la validez factorial. Se encontró una estructura unidimensional, al igual que en estudios previos (e.g., Brunot et al., 2015; Campbell et al., 1996; Steffgen et al., 2007; Suszek et al., 2018b; Tokunaga & Horiuchi, 2012; Wu & Watkins, 2009). Los ítems que conforman esta dimensión representan los cuatro aspectos de la definición señalados por DeMarree y Lodi-Smith (2017 ): claridad (e.g., Paso mucho tiempo preguntándome qué tipo de persona soy realmente), confianza (e.g., Siento que sé muy bien quién soy), consistencia interna (e.g., Mis ideas sobre cómo soy son coherentes entre sí) y estabilidad temporal (e.g., Mis creencias sobre mí parecen cambiar muy frecuentemente). Por otro lado, una cuestión importante es que se logró una escala con una proporción equivalente de ítems positivos y negativos. Es decir, que reflejan tanto la claridad como la falta de claridad en el autoconcepto. Esto supera versiones anteriores en que la mayor parte de los ítems tenían un sentido negativo, por lo que medían la ausencia de claridad más que el grado de confianza en el propio autoconocimiento (ver Wu & Watkins, 2009 para una revisión). En este sentido, es importante señalar que, si bien solo se conservaron cuatro ítems de la escala original, se logró una versión adaptada que refleja el contenido dicha escala y es culturalmente válida.
Otro de los objetivos de este trabajo fue indagar la relación entre la escala y otros constructos teóricamente relacionados. Al igual que en estudios anteriores se encontró una fuerte relación con la autoestima global. Es decir, un sentido más claro de quién es uno está asociado a una valoración más positiva de uno mismo como persona (e.g., Kawamoto, 2020 ; Wong et al., 2016). Por otro lado, se encontró una asociación negativa con búsqueda de propósito vital y una asociación positiva con identificación de propósito vital. Estos resultados son coherentes con hallazgos previos que indican que la claridad en el autoconcepto predice un mayor sentido vital (e.g., Steger et al., 2016). Como se mencionó en la introducción, la identificación de un propósito vital es un aspecto inherente a la formación de la identidad (Kiang et al., 2020 ). En este sentido, está estrechamente vinculado con el grado de autoconocimiento percibido. Por lo tanto, es esperable que la identificación de un propósito en la vida está asociada a una mayor claridad respecto de quién es uno, mientras que la búsqueda lo está a una mayor exploración y una menor claridad en el autoconcepto.
Una evidencia adicional a favor de la validez de constructo es que se encontró que los adultos emergentes presentan menores niveles de claridad que los adultos. Una de las tareas preponderantes en la adultez emergente es la exploración de la identidad ( Arnett, 2018 ). Por este motivo es coherente que los jóvenes expresen una menor claridad en su autoconocimiento que los adultos. En contraste, en este trabajo no se han encontrado diferencias en función del sexo en la claridad en el autoconcepto. Estos resultados son coherentes con otros estudios que muestran que dichas diferencias son muy pequeñas o no son significativas (ver Cicero, 2020 para una revisión).
Al mismo tiempo, los ítems presentan un adecuado funcionamiento. Es decir, presentan una adecuada capacidad de discriminación y homogeneidad. A su vez, se trata de un instrumento con una consistencia interna adecuada, similar e incluso superior a la encontrada en otros países (e.g., Brunot et al., 2015; Campbell et al., 1996; Steffgen et al., 2007; Suszek et al., 2018b; Tokunaga & Horiuchi, 2012; Wu & Watkins, 2009). Esto indica que es confiable para su uso con estudiantes universitarios argentinos.
Limitaciones y direcciones futuras
Este estudio no está exento de limitaciones. En primer lugar, se trabajó con una muestra no probabilística y por conveniencia. Por esta razón los resultados no son directamente generalizables a todos los estudiantes universitarios de Argentina. Asimismo, se trabajó únicamente con estudiantes de una universidad privada. Por este motivo, futuros estudios deberán replicar los hallazgos de esta investigación con estudiantes de universidades públicas. A su vez, debido a la universalidad del constructo, resulta de interés conocer su funcionamiento en población no universitaria.
Otra cuestión importante es el tamaño de la muestra. Si bien el tamaño de esta muestra se considera mínimo, pero aceptable, una muestra más amplia y heterogénea brindaría mayor precisión y estabilidad al AFE (ver Lloret-Segura et al., 2014 para una revisión). Por otro lado, es importante tener en cuenta que en este estudio solo se contó con una muestra de ensayo. En el futuro se requiere validar la escala con una muestra de prueba. Por otra parte, el AFE es apropiado para el análisis de una estructura factorial que no se conoce bien. En el caso de esta escala, si bien fue explorada en distintos países, casi no existen estudios que hayan indagado su funcionamiento con población latinoamericana. De todos modos, para completar la validación de la escala, la confirmación de esta estructura mediante análisis factorial confirmatorio es esencial (Lloret-Segura et al., 2014 ).
Más allá de estas limitaciones, se ha logrado adaptar y validar un instrumento que permite operacionalizar un constructo de gran interés. De esta forma, esta escala tiene utilidad para investigación, pero también para la evaluación psicológica llevada a cabo en distintos ámbitos como el clínico, el laboral o el de orientación vocacional. Como se ha mencionado en la introducción de este trabajo, esta variable tiene múltiples correlatos vinculados con el bienestar y el funcionamiento psicológico. Estudios recientes muestran que se puede intervenir para disminuir el impacto negativo de una baja claridad, por ejemplo a través de relatos autobiográficos (Jiang, Chen, & Sedikides, 2020). De esta forma, poder evaluar la claridad en el autoconcepto de los jóvenes brinda la posibilidad de intervenir sobre ella y, de ese modo, incidir en otros aspectos de su funcionamiento.
Conclusión
A partir de lo expuesto, se puede concluir que se ha logrado la adaptación de la escala para ser utilizada con esta población. Se encontraron evidencias de que presenta una adecuada validez de contenido y un adecuado funcionamiento de los ítems. Asimismo, ha demostrado una adecuada validez factorial y de constructo, y una buena confiabilidad.
Resumen:
Método
Primera etapa: adaptación lingüística y conceptual
Segunda etapa: validación
Resultados
Primera etapa: adaptación lingüística y conceptual
Segunda etapa: validación
Discusión
Limitaciones y direcciones futuras
Conclusión